Juan Mari Arazuri

Política o legalidad en Sarriguren

Cuando te sientas ante un papel en blanco con la intención de justificar la construcción de una nueva escuela pública en Sarriguren, te vienen a la cabeza, por observación directa y por correo electrónico, datos que evidencian lo justo de esta reivindicación que desde hace ya tiempo se viene reclamando desde distintos ámbitos (Plataforma Hazi eta hezi, Apyma, Ayuntamiento).

Repetir una y otra vez que es imposible desarrollar el proyecto educativo del centro con el número de aulas existentes, que una escuela pensada para algo más de seiscientos alumnas alberga a cerca de mil, que la carencia de profesorado hace que éste se tenga que desdoblar haciendo equilibrios imposibles, que dar de comer a tanta criatura hace de una actividad que debiera ser reconfortante un puzzle a tres turnos, etc. genera, además de cansancio, una impotencia desoladora.

    Por eso, ni siquiera quiero entrar a analizar datos que se han lanzado a los cuatro vientos y reflejado en todos los periódicos, radios y televisiones que han tenido a bien acercarse a este lugar. No. Me interesa más profundizar en cómo es posible que una petición tan importante, por tratarse de la Educación de cientos de criaturas, quede al albur de la voluntad política de este o aquel gobierno foral.

     La razones que se esgrimen desde el gobierno foral son, fundamentalmente, tanto la falta de dinero como de necesidad. Obviamente, en lo tocante a los posibles, hay que sujetarse la risa (nerviosa, por supuesto) viendo cómo se administran nuestros impuestos y cómo se priorizan las necesidades. Nos asfixian en pos del crecimiento económico y el pago de la omnipresente Deuda mientras las necesidades sociales crecen al mismo ritmo que la dejación de nuestras autoridades frente a ellas.

    Al mismo tiempo, en nuestro caso, el ayuntamiento se reconoce atado de pies y manos para hacer nada ya que en esta sociedad legalista, siempre hay una norma que hace que la decisión quede fuera del alcance de la institución que, en un principio, está más cercana a las necesidades de los ciudanos. Y aunque es un poco cutre acudir al refranero (ahora es cuando acudo a él) el uno por el otro la casa sin barrer.

    ¿Dónde coño quedamos las personas y sus necesidades? Pues en los bares. Porque aquí no pintamos nada. Bueno, seguimos siendo necesarios como pozo del que extraer recursos económicos para sus chaladuras y proyectos que favorecen a amiguetes y empresarios que nos exprimen en nuestros puestos de trabajo si tenemos la suerte de tener uno , y cada vez más.

    Entiendo que un gobierno como el actual se cierre en banda en su estrategia de deterioro y posterior desmantelamiento de lo Público mientras promociona y financia, por ejemplo en el caso que nos ocupa, colegios privados más acordes con su ideario político. Son lo que son. Sin embargo, me indigna que un ayuntamiento claudique ante no sé que ley y que artículo para, acto seguido, simplemente gestionar la miseria.

    El ayuntamiento de Sarriguren llegó a proponer adelantar el dinero para comenzar las obras de un nuevo colegio a lo que el gobierno, a través de la figura de su Consejero de Educación, se negó. Y como se negó, ya está, no se puede.

    La última solución ante la falta de espacios cubiertos para que las estudiantes puedan estar a resguardo de la lluvia es la colocación de dos carpas fiesteras en el patio de la escuela. Sí, de esas de lona plastificada o plástico lonificado. Con dos... Que para fiestas bien pero para una escuela las veo bastantes más cutres que acudir al refranero. Ante este despropósito continuado la única solución que encuentro, si de verdad queda alguien que entiende la política como vocación de servicio público, es la de atender a las personas y dejar a un lado tanta ley foral y tanto artículo porque lo que está en juego es la educación y la formación de personas. ¿Que el Ayuntamiento dispone de ese dinero? Adelante con las obras, los padres y madres del alumnado de Sarriguren pelearán sin dudar en apoyo a las mismas. Pero en política es necesario el arrojo, el saber priorizar las necesidades y llevarlas a cabo con los recursos, escasos o no, de que se disponga.

    Porque digo yo- y seguro que estoy equivocado y el redactado legal de algún artículo así lo indicaba- el pastizal que nos hemos dejado en semáforos, radares y repintado de señalizaciones viarias, bien se podría haber empleado en la educación de nuestras hijas. Siendo la seguridad vial importante- aunque también sería discutible el sacrosanto modelo de movilidad actual, no es el momento- no lo puede ser más que la Educación, ni siquiera son equiparables.

    Sé que con tachar la propuesta de demagógica, contra-argumento que desde cualquier institución se lanza en estos tiempos socialmente convulsos, se cierra cualquier debate que se pudiera abrir al respecto y sobre todo, se escurren responsabilidades ante la ciudadanía. No tengo ningún interés en ganarme el apoyo de nadie ni en mantener un poder que ni tengo ni quiero, sino requerir a mi ayuntamiento que cubra una necesidad básica y urgente, como es la calidad de la Educación. Porque aquí de lo que se trata es de regir los asuntos públicos diarios y no de equilibrios legales. Mociones, dictámenes y comparecencias pero la falta de espacio en el colegio ahí sigue.

    Simplemente exijo a mis representantes más cercanos arrojo y soluciones porque la ciudadanía de Sarriguren, el profesorado y los padres, madres y alumnado del Colegio Público siempre van a estar a la altura de las circunstancias y porque además, nuestra ignorancia legal nos posibilita no enredarnos en tecnicismos paralizantes que nos despisten de una reclamación escrupulosamente justa y  necesaria.

    En Sarriguren, ¡un colegio nuevo, ya! Eskola berria, orain!

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