Arkaitz Rodríguez Torres
Secretario general de Sortu

Por una nueva civilización

Esta crisis no la deben pagar los de siempre; a diferencia de lo sucedido en 2008, la debe pagar el capital: la banca, el oligopolio eléctrico, la gran empresa, los fondos buitre, las grandes fortunas...

Este Primero de Mayo llega envuelto en la más absoluta de las excepcionalidades. En medio de una crisis sanitaria de proporciones desconocidas, que está profundizando la crisis de cuidados inherente al capitalismo patriarcal, deviniendo en una nueva crisis económica y social y, como consecuencia de todo ello, empeorando a marchas forzadas las condiciones de vida de amplios sectores trabajadores y populares. Algo que, sumado a las múltiples crisis en las que estamos inmersos como consecuencia del desarrollo del sistema capitalista, abona la sensación de encontrarnos en un momento de aceleración de la historia, ante un auténtico punto de inflexión o cambio de época y, en todo caso, en una encrucijada de proporciones históricas en la que la máxima «socialismo o barbarie» que popularizara Rosa Luxemburgo vuelve a resonar con fuerza.

Pues bien, en este Primero de Mayo tan especial son tres las reflexiones que queremos compartir con el independentismo de izquierdas en particular y la sociedad vasca en general.

En primer lugar, esta crisis no la deben pagar los de siempre; a diferencia de lo sucedido en 2008, la debe pagar el capital: la banca, el oligopolio eléctrico, la gran empresa, los fondos buitre, las grandes plataformas de internet, las grandes fortunas... Entre otras cosas, por ser los responsables finales tanto de aquella crisis como de esta, habida cuenta de que tanto las consecuencias sanitarias, económicas y sociales de la actual pandemia como sus propios orígenes remiten, en gran medida, al capitalismo depredador y a las políticas neoliberales que tan fervorosamente han impulsado y de las que tanto se han beneficiado. Por de pronto, y una vez más, son los trabajadores por cuenta propia o ajena, los sectores precarizados, las mujeres, los pequeños empresarios... los que están pagando la crisis en la medida en que siguen sin implementarse medidas como la condonación del pago de alquileres, hipotecas, intereses, cuotas de autónomos, recibos de luz, gas, etc.; la moratoria inmediata de proyectos faraónicos como el TAV; una reforma fiscal realmente progresiva; o la constitución de un fondo extraordinario a cuenta de aquellos que, como Iberdrola o el BBVA, siguen obteniendo beneficios multimillonarios en medio de la que puede terminar siendo la mayor crisis de todos los tiempos. Obsceno. Insultante. Criminal.

En segundo lugar, no es la reconstrucción del orden social y económico en vigor lo que necesitamos, sino una profunda transformación del mismo. Porque, ¿qué normalidad es la que dicen querer reconstruir los gobiernos tanto de Madrid y París como de Gasteiz e Iruñea? ¿Esa para la que los cuidados y el trabajo reproductivo son cosa de las mujeres? ¿Esa que impulsa la privatización y mercantilización de la Sanidad y el resto de servicios públicos en detrimento de la universalidad y calidad de los mismos? ¿Esa que apuesta por la globalización y por mano de obra barata en detrimento de la economía local y de empleos de calidad; que acumula en manos del 2% más rico tanta riqueza como en manos del 80% más pobre y que promociona el individualismo y las desestructuración social en detrimento de los vínculos comunitarios y la cohesión social? ¿Esa que apuesta por recentralizar poder y competencias en manos de los Estados que niegan y oprimen a nuestro pueblo, o que acepta la subordinación del mismo a cambio de poder participar del negocio? ¿Esa que deja en manos de Confebask nuestra salud y nuestras vidas; que dilapida recursos públicos en innecesarios megaproyectos como el TAV, la Super Sur o el metro de Donostialdea para mayor gloria de empresas constructoras amigas; y que ningunea a la mayoría sindical del país cuando no trata de ilegalizarla? ¿Esa que está provocando la crisis climática, sangrientas guerras por los recursos y migraciones masivas fruto de enormes desequilibrios socioeconómicos? ¿Esa que antepone el capital a la vida y que ha conducido al planeta y al conjunto de la humanidad al borde del precipicio? No. No es la reconstrucción de esa normalidad lo que necesitamos, sino la construcción de una civilización alternativa que ponga a la vida y sus cuidados en el centro; porque, tal y como vimos en Zaldibar, y tal y como estamos viendo durante esta crisis, allí donde impera la lógica del capital y el lucro privado, se privatiza y precariza y las instituciones renuncian a la responsabilidad de preservarla, la vida retrocede, cuando no desaparece.

Finalmente, Euskal Herria, al igual que el resto de pueblos, necesita soberanía en tanto que sinónimo de capacidad política para poder llevar a cabo dicha transformación, la construcción de múltiples soberanías, la profundización y radicalización de la democracia en contraposición a la desdemocratización o privatización de la misma que está llevando a cabo el capital y, en última instancia, la construcción de una república vasconavarra socialista que actúe al servicio de las mayorías y que permita que las ciudadanas de los diferentes territorios del país, desde nuestra especificidad, podamos contribuir a la emergencia de esa nueva civilización.

Para terminar, una vez más, no quiero finalizar este artículo sin rendir un sentido homenaje al conjunto de compatriotas que se ha llevado la covid-19; trasladar nuestro más sincero agradecimiento a todas las personas que continúan en primera línea en la lucha contra el virus: médicas, enfermeros, cajeras, reponedores, cuidadoras, transportistas... y decirles, a todos esos que como Warren Buffet, multimillonario estadounidense, dicen, prepotente y sarcásticamente, que claro que existe la lucha de clases y que esa lucha la están ganando ellos, que esta lucha la vamos a ganar los de abajo, la gente, las trabajadoras, los precarios, las mujeres, los migrantes y refugiados, las jóvenes, los condenados de la tierra... los pueblos.

Gora Euskal Herriko eta munduko langileria! Gora Herria(k)!

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