Ixone Rekalde-Mikel Labeaga
Militantes de Antikapitalistak

Preparar la huelga general

La Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria, en la que se integran sindicatos y numerosos colectivos, han anunciado una huelga general el próximo mes de enero, para reclamar unas condiciones laborales, pensiones y vida dignas. No nos cabe ninguna duda de que se dan las condiciones objetivas para convocar una huelga general.

Quienes desde las empresas y fábricas hemos vivido las movilizaciones y convocatorias de huelga, en algunos casos nos hemos encontrado con reticencias, cuando no con la más absoluta indiferencia o incluso con la reacción contra esas movilizaciones. Aprendimos que las huelgas hay que prepararlas.

En Euskal Herria, entre los años 80 y 2012, (13 se hicieron entre esos años) se ha usado y a veces abusado de la convocatoria de huelga general. El debate no es, o no debiera ser, la justeza de dichas convocatorias, que en la mayoría de los casos estas eran no solo justas, sino incluso necesarias. Quizá sin hacer un análisis profundo del sentimiento y efectos que entre los y las trabajadoras, ese tipo de movilización tenía, no tengamos un diagnóstico sobre las mismas.

Organizaciones políticas, sindicatos e incluso movimientos sociales convocaban la huelga general como respuesta a las diferentes agresiones de los gobiernos. Muchos eran los motivos por los que diferentes agentes políticos y sociales convocaban a aquellas huelgas generales.

Volvemos a repetir, no era que los motivos fueran justos o no para tal convocatoria, sino que no se valoraba el esfuerzo ni el nivel de conciencia que se hacían por parte de los convocados. Creemos sinceramente que no se valoraba, y no se valora, suficientemente qué y a quién se convoca ni los efectos que entre la ciudadanía tiene una huelga general poco sentida o preparada. Evidentemente no se viven igual una huelga por un convenio que una huelga en caliente por algún motivo represivo grave, que una convocatoria de uno a más días por una petición a un gobierno en defensa de derechos generales en frio que con lo que cuenta es con la indignación acumulada de la ciudadanía.

No es lo mismo el paro del alumnado o la movilización de los pensionistas, que el esfuerzo que supone a los huelguistas de una empresa, que ponen encima de la mesa pérdidas de salarios, a veces absolutamente necesarios para mantener a sus familias con situaciones de salarios de miseria, precariedad, en los que los descuentos por un día de huelga, sumando partes proporcionales y pagas, son un buen mordisco a esos pobres salarios. Incluso no es igual el esfuerzo y cómo viven las convocatorias unos trabajadores de una empresa grande como CAF, la administración…por ejemplo, con las de un pequeño taller, los peligros de sanciones y represalias en ambos casos no son las mismas.

No es posible convocar huelgas por decreto. La mayoría de las huelgas a las que nos hemos referido, se hacían con la simple convocatoria por parte de las direcciones sindicales o políticas que las convocaban, con la posterior dinámica de movilización de piquetes el mismo día de huelga. Carecían de la preparación previa. Y eso ha supuesto limitaciones en el imaginario de los y las trabajadoras, que además han sufrido el constante desprestigio desde sectores de la prensa.

La izquierda política desde el siglo XIX ha debatido muchas veces sobre el papel de la huelga general, que era considerada como el elemento que serviría para iniciar la revolución social, al paralizar la actividad del Estado e implementar el control obrero de la producción y la administración estatal.

Georges Sorel fue el principal teórico de esta forma de acción. En Reflexiones sobre la violencia (1908), señalaba que la huelga general servía para reforzar la solidaridad, el espíritu revolucionario en la clase trabajadora. Planteaba en doble sentido: Demostrar el poder de control de las trabajadoras o de doble poder con el estado. En segundo lugar, como un método de aumentar el nivel de conciencia y movilización de la clase obrera y la ciudadanía.

Organizar la huelga general

Cuando se convoca una huelga general de un día con consignas y reivindicaciones generales a los gobiernos, evidentemente esta convocatoria no tiene como fin el logro inmediato de alguna reivindicación, sino que la convocatoria de huelga cobra el carácter que G. Sorel nos planteaba «aumentar el nivel de conciencia y demostrar la capacidad y poder de la ciudadanía». Es por esto que precisamente la tarea de preparación y concienciación cobra un sentido especial en las convocatorias de las futuras huelgas generales.

Tenemos tres meses para organizar la huelga general y para tratar de sumar el máximo de fuerzas en el empeño, sin sectarismos, Poniendo por delante el éxito unitario de la movilización y el rearme de la clase trabajadora.

Hay que trabajar porque la convocatoria de huelga general sea una marea humana de ciudadanas y ciudadanos reclamando los derechos que les corresponde.

Y para eso es imprescindible hacer pedagogía, organizar reuniones de sindicatos y comités de empresa, hacer asambleas de trabajadores… organizar asambleas o reuniones con sectores populares en cada pueblo. Organizar asambleas en los centros escolares, universidades, formación profesional… Buscar la unidad de los trabajadores y sus organizaciones. La huelga hay que organizarla de abajo arriba, donde el sujeto político sea la ciudadanía.

Aprendamos de las movilizaciones en curso, cuando hay unidad sindical, los y las trabajadoras responden de forma unitaria y colectiva a los llamamientos de movilización. Las pruebas de ello están bien claras: El metal bizkaino o la lucha de la enseñanza concertada, entre otras muchas movilizaciones. A pesar de llevar varios meses de movilización y del esfuerzo que ello supone, la moral y combatividad sigue alta. La unidad es fundamental para los éxitos de nuestras luchas.

Llamar a la huelga general supone demostrar que queremos la coordinación de luchas. Coordinación entre los que están ya movilizados con los que llamamos a la movilización. Sin sectarismos, poner las reivindicaciones de quienes están luchando en el centro de la movilización, no la autoafirmación y las diferencias.

Es imprescindible buscar el máximo de unidad sin exclusiones preconcebidas y si alguna dirección no se suma será en todo caso su responsabilidad. Como decía R.Luxemburg: «Si las huelgas generales dependiesen de la ‘propaganda incendiaria’ de los románticos de la Revolución o de las decisiones confidenciales o públicas de los jefes de partidos no habríamos tenido en Rusia ni una sola huelga general», «que la huelga general no es un producto artificial, programado y decretado, sino un fenómeno histórico que se produce necesariamente en un momento determinado sobre la base de las relaciones sociales existentes».

Las condiciones están dadas, no vale pues aquella afirmación de algunas direcciones sindicales, de que la clase trabajadora no responde, se trata de que las convocatorias las sientan como suyas y no como algo ajeno convocado desde instancias lejanas.

Tenemos tres meses para avanzar en este objetivo.

Ponernos a la tarea desde ya es fundamental si no queremos que, de nuevo, las convocatorias de huelga se conviertan en caricaturas de huelga general y, en vez de aumentar el nivel de conciencia, creen mayor desafección entre las trabajadoras y los trabajadores con el mundo sindical y un método de lucha.

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