Igor Meltxor
Escritor, investigador y analista político

Pueblo y Oasis

Vivimos una situación excepcional en la que ha quedado claro, por si alguien lo dudaba, quien está al mando del Gobierno de la CAV. La patronal vasca se ha puesto a los mandos exhibiendo su poder ante la opinión publica, sin complejos, con la soberbia y prepotencia del capataz altanero que observa a las trabajadoras como simples números en su cuenta de resultados. El coma económico por encima del coma humano irreversible. La mezquindad y la avaricia por encima de la salud de las trabajadoras.

La tirania es implacable y cruel porque es cobarde y débil. Decía Marx que «el obrero tiene mas necesidad de respeto que de pan». Los soberbios no entienden de respeto, adolecen de empatía con el débil, se sienten impunes y muestran una necia tiranía que fomenta la estupidez.

No deja de ser paradójico que los gestores del cortijo después de tantos años en el poder, solo se hayan mostrado «desobedientes» frente al Gobierno español para defender a la patronal por encima de la salud de las trabajadoras, y manteniendo hasta el ultimo momento la convocatoria electoral. El negocio lo primero. El partido es una empresa que alimenta a muchas familias que forman parte de ese pesebre clientelar que garantiza el engranaje de la maquinaria. Viven en su Arcadia feliz, en esa burbuja artificial donde el enchufismo, las prebendas y el buen vivir forman parte de su modus vivendi. Primero el Partido. Para ellos, todos los días son Alderdi Eguna.

En pocas semanas, incluyendo el desastre en la gestión del vertedero de Zaldibar, el modelo de gestión se ha derrumbado a la vista de todos. Los excelentes gestores han flaqueado ante la mirada atónita incluso, de muchos de sus acólitos que a pesar de todo no cambiaran de papeleta. Improvisación, nula empatía y falta de autocrítica, como si esta fuera un signo de flaqueza. Son momentos de conectar con las personas, de transmitir confianza, serenidad y dirigirse a los ciudadanos con un lenguaje sencillo y cercano, quitarse los trajes y las corbatas y arremangarse las camisas. Es momento de ser uno más. No merecemos ruedas de prensa donde responsables de Sanidad transmitan inseguridad, incapacidad y desasosiego, mientras miles de sanitarios se dejan la piel en los hospitales tratando de salvar vidas y animar a las familias.

Hablar de cuarto poder en el caso del «imperio comunicativo» predominante, es solo una ironía. Los informativos del oasis, financiados por todos los ciudadanos de la CAV, han hecho buenas las palabras de Chomsky: «el propósito de los medios masivos no es tanto informar y reportar lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión publica de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante». Editoriales al servicio de la patronal pisoteando los códigos éticos y morales más básicos del Periodismo. No es novedad pero en situaciones como en la que nos encontramos son más evidentes para escarnio del ciudadano.

Mientras tanto, cientos de voluntarias se organizan en barrios, pueblos y ciudades de Euskal Herria para que nadie se quede desprotegida en estos momentos tan complicados, y ponen en practica la máxima de Galeano: «mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo». Ese cambio no vendrá de la mano de aquellos que gobiernan de espaldas al pueblo y que persiguen y sancionan la solidaridad mostrando la mezquindad de un modelo agotado y nocivo.

"La Peste" de Camus nos enseñó que las epidemias no son biológicas, sino morales. En situaciones de crisis, sale a relucir lo peor de la sociedad: insolidaridad, egoísmo, inmadurez, irracionalidad... Pero también emerge lo mejor: la solidaridad, la empatía, el trabajo de auzolan... Frente a los chivatos de balcón que siempre han estado ahí y que ahora proliferan como un virus ejerciendo su profesión frustrada, existe una comunidad unida que transgrede lo institucional y deja al descubierto las miserias del sistema.

Tratan de escribir el relato sin importarles las personas, mostrándose fríos e indolentes mientras utilizan la crisis para impulsar políticas que profundizan la desigualdad y perjudican a los de siempre. Ahora es el momento de la solidaridad y el trabajo en común. Ahora es el momento de actuar como Pueblo, donde sean las ciudadanas las que den un paso adelante y construyan el verdadero relato de la clase trabajadora que sufren en primera persona la indolencia de unos políticos plegados a la doctrina de la tiranía empresarial.

Decía un proverbio africano que «hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de caza siempre glorificaran al cazador».

Es hora de comenzar a escribir nuestro relato y actuar como una comunidad unida, solidaria y comprometida.

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