Regreso al futuro
«Rediós» era una expresión de asombro que antes se oía mucho. Si definir a Dios me resultaba difícil, lo de algo más grande me parecía imposible. Con las menores como «rehostia», «releche» o la insulsa «repámpanos» no tenía problemas porque eran reales.
«Resignificación» me evoca lo mismo. Como no consigo entender este neopalabro que no está registrado por ningún evangelista en la biblia de la Real Academia Española, me he reconcentrado en repasar el prefijo RE. Hasta que un grupo de expertos no me rectifique, el prefijo de marras, antepuesto a una base léxica, puede significar repetición, detrás de, intensificación o negación. Aplicado a significación me quedo con el de repetición y, como los expertos recomiendan mantener el actual monumento, el significante, me temo que el de intensificación se hará carne con una requetesignificación. Es lo que tiene la polisemia, lo que para unos es trapo, para otros es bandera. Si alguien entiende que haciendo retoques físicos al monumento su significado va a ser otro muy distinto, allá él. Pero que no se empeñe en tirarnos del caballo a las personas que creemos tumbar el monumento al Levantamiento Nacional. La fe en la resignificación promulgada por los y las 14 apóstoles nombrados por la trinidad de PSOE, Geroa Bai y EH Bildu choca con el debate en igualdad.
Recalco que en las personas partidarias del derribo hay cantidad de profesionales de la historia, la filosofía, el derecho, las artes en general, la arquitectura, la milicia, la teología, la costura, la hostelería, la limpieza... y muchas víctimas que no han sido reclutadas por la Triple Alianza.
Repetir una y otra vez que por obra y gracia de un deseo fuerte, fuerte y con los ojos cerrados, vamos a cambiar el significado del panteón monumental a los Mártires de la Patria, es una regresión a tratar en un diván o en la mesa de Rappel. Repensemos un poco, si en cincuenta años no hemos sido capaces de tener un programa educativo respetuoso con los acontecimientos del siglo XX, si el alumnado sabe mucho más de Hitler que de Franco, si las horas de filosofía son simbólicas, si la conmemoración de los cincuenta años de democracia promovida por el Gobierno de España está siendo ridiculizada e ignorada, ¿vamos a conseguir que el monumento a Los Caídos cambie el panorama?
Releer el informe del Comité de Expertos es un sindiós total cuando su argumentario parte de que «El derribo del inmueble favorecería la memoria de los perpetradores, en cuanto destruiría pruebas de lo ocurrido». Los resignificadores del asunto, astutamente, cambiaron monumento por edificio, pero esto del inmueble me lleva a pensar que no tardarán en llamarlo palacio. No sé de qué pruebas hablan. ¿En ese panteón hay algún mueble con pistolas y boinas rojas, restos de sus crímenes, de su autoritarismo? Salvo el relato pictórico en la parte interior de la cúpula, en el que a San Francisco Javier le rodean figuras que quieren representar el espíritu religioso y guerrero de la Navarra que «desde la época de las Cruzadas hasta nuestros días vivió, rezó y supo morir por Dios y por la Patria». El panteón está vacío y la monumentalidad es debida a su enorme presencia todas las horas del día. Un monumento, aunque su interior pueda ser visitado, tiene la misión de destacar y lo que pueda albergar es difícil que supere al continente. Por ello no concibo algo más allá de una sala de exposiciones tan forzada como la actual. Tirar las arcadas laterales no evitará que nos las siga produciendo. Encapsular el tambor, la cúpula, la linterna, la cruz y las linternas laterales realzará su presencia.
Reprobar a la ciudadanía partidaria del derribo por complicidad con los golpistas es, como poco, la repanocha. Y no reparar en que la resignificación es lo más parecido al mantenimiento y conservación es, como nada, la requeteidiotez.
Resulta vergonzoso que tengamos un concurso de ideas para la reconstrucción, rehabilitación, restauración y reciclaje sin presupuesto alguno. No tengo ni idea la pasta que llevamos gastada o regalada con el rollito este de la requetesignificación. Tampoco sé si existe un tope de gastos para el reajuste arquitectónico final. Remarco que no tengo ni repajolera idea del coste del derribo, pero tanta piedra vale una pasta.
A finales de septiembre, cuando pasaba delante del monumento al Encierro, me abordó un señor de cierta edad para preguntarme si quedaba lejos el monumento a Los Caídos. Nada más señalárselo, se volvió hacia el grupo que le acompañaba y marcharon jubilosos. Cuando llegué a casa curioseé en Tripadvisor. La gente dice que es lo más bonito de Pamplona.
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