Iulen Lizaso Aldalur
Hernani

Reinventar la política

«Mientras ahondamos en esta absurda dicotomía izquierda-derecha, el mundo avanza a una velocidad vertiginosa y las sociedades evolucionan, pero aquí.... seguimos a lo nuestro». Frase «congelada» en mi memoria, desde el tiempo de la II República hasta hoy, que en argot de las nuevas tecnologías equivale a «pantallazo» con parada de imagen político-histórica, desde que arrancó la Transición hacia una democracia.... que no termina de asentar.

El sociólogo Manuel Castell disertando sobre las explosiones sociales, alentaba a los oyentes chilenos haciéndoles saber que no eran una excepción ya que todo el mundo está así, y que si se hunden.... también el mundo se hunde.

Esta gran crisis sistémica, deviene de la desafección a una clase política, que ante los estallidos sociales, se limitan a poner «parches» nuevos a un «traje» raído y caduco: «La gente sabe que la clase política solo hablan entre ellos y no se preocupan de los intereses de los ciudadanos más que para vender una opción de voto cada cuatro años», remarcó el sociólogo catalán, aludiendo también a los medios de comunicación.

Un nuevo paradigma de rescate para evitar que sea la definitiva, nacería de acertar y aceptar una clave filosófica para aplicación política desde la neutralidad mediática. Deduje de quien desplegó su idea: «El capitalismo ha sobrevivido porque se ha adaptado a los cambios. Ahora deberá volver a hacerlo. Debemos reformar el capitalismo y pensar mas allá del accionista. Es necesario conjugar los intereses de todos, también el de los empleados y el conjunto de la sociedad» ...alentador repaso y «toque a rebato» de Ana Botín.

Si el materialismo neoliberal se halla en fase terminal a causa de exceso de éxito, pongámosle el contrapeso humano, en lo socioeconómico, cívico y académico.... a falta del compromiso de hacerlo visible en lo mediático.

Si lo último es otra de las grandes rémoras en la conciencia cívico-democrática de la política española, «reparar» esos cuatro ámbitos fundamentales para la vida pública de cualquier país moderno que se precie civilizado, se hace exigible en España, pues nos lo deben....nos deben democracia. Lo siento así, en razón a los fracasados intentos de adecuación institucional, que tras 45 años de democracia fallida, aún hoy, exigen re-crear nuestro sistema político.

«Sucede que, en este país hay demasiado espectáculo y protagonismo político. Aunque tampoco creo que todos los males vengan de los políticos. Son los legítimos representantes de lo que somos nosotros... Somos un país para andarnos con mucho cuidado. Me moriré con este miedo y para combatirlo solo puedo intentar amar». La «mística» de la tristeza política del poeta catalán Joan Margarit y la de muchos ambiciosos «inconformistas» que sabiendo que si se puede, nos tememos que no lo quieren...quizás porque a diferencia de Italia y Alemania, el fascismo español ganó la guerra; porque a diferencia de Chile y Argentina, aquí no se «enjuaga» nuestra historia reciente, porque ellos ganaron la guerra...y todos perdimos la paz.

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