Gontzal Mendibil
Músico

Satur Abon, agur maja

Satur Abon nos ha dejado después de una larga enfermedad. En un mundo donde reina la vocación de poder y dinero y en el que estamos envueltos en un engranaje donde se han cargado los ideales, Satur se distinguía por ser una mujer con vocación de servicio, mujer socialmente comprometida, activa y resolutiva. Para Satur el compromiso ha sido su apuesta de vida.

De muy jovencita estuvo unos pocos años internada en las monjas mercedarias de Berriz. Pero el mundo contemplativo no le era suficiente a una mujer de acción. Ella quiso estar integrada en la sociedad, con un vigor y una capacidad de trabajo increíbles.

Entre los muchos dones que tenía Satur, lo que destacaba de ella era su voluntad de servicio, su acción solidaria y el constante esfuerzo y sacrificio por las cosas que emprendía. Trabajadora comprometida. Tal vez su entrega en exceso le llevó a la enfermedad que ha padecido estos últimos años.    

«El trabajo imprime carácter», nos decía. Con una forma optimista de ver las cosas.

Satur Abon era para muchos como un faro que ilumina tempestades. Una mujer creativa  que deja huella con valores de compromiso que hoy están tan en desuso. Incansable y exigente consigo misma, jamás se desconectó del trabajo.

Satur, que se sobreponía a todas y cada una de las dificultades que la vida le ponía, nos deja en estos tiempos necesitados de sacrificio y solidaridad. Una persona que luchó por un ideal y tuvo la fuerza de llevarlo a cabo.  

Muchas son  las tareas desempeñadas por Satur. Consiguió con el esfuerzo y la vitalidad que imprimía poner en marcha muchísimas actividades sociales. Se interesó por los excluidos, por los más desposeídos, como eran  muchas de aquellas familias que vivían en Ollargan. Impulsó la vivienda digna para la gente que vivía en chabolas.

Estuvo al frente de los comité de ayuda a la solidaridad internacional, hizo una gran labor de ayuda a la Nicaragua sandinista en plena guerra y posguerra. Muchos son los jóvenes brigadistas cooperantes que fueron a trabajar y a ayudar en aquellos tiempos de trabajos de solidaridad. Satur encontraba la motivación en esas apuestas solidarias y en la responsabilidad que implicaba encontrar el modo de ayudar a sentirse competentes. Esa era su satisfacción personal. Compartía con ellos las fatigas y el esfuerzo del trabajo.  

Su vida estaba hecha de inquietudes sociales, de ayuda a la gente más desprotegida. Siempre con ese porte de vocación social más que de vocación de poder. Amiga de sus amigos y respetada y querida incluso por gentes de ideas muy opuestas  a las suyas.

Crear la Fundación Bagabiltza Fundazioa, donde se fomentan cursos de formación y de la educación de personas adultas y desde donde se imparten cursos a miles de personas, fue su prometedora y exitosa apuesta. En 1995, Bagabiltza es nombrada Proyecto Innovador de la Unesco. En 1996 Premio «Utopía» de la Diputación Foral de Bizkaia. La Fundación Bagabiltza tiene como objetivo luchar por el pleno cumplimiento de los derechos humanos, sociales, económicos y culturales de las mujeres.

La vocación artística fue otra de sus múltiples facetas. Ejerció de investigadora, profesora y crítica de arte. Diseñadora e ilustradora de libros de historia, de arte. Entre sus trabajos está la tesis de la obra del pintor Tellaeche. Y los catálogos del nuestro Athletic impulsados por la BBK y muchísimas aportaciones más.

Fomentaba la creatividad con una capacidad fuera de lo común en actividades que emprendía y que hacía emprender, con ella descubrías que en el mundo quedan muchas cosas por hacer. Los méritos creativos de Satur son muchos, los méritos solidarios y de ayudas a los más desfavorecidos, impagables. Recuerdo sus palabras, hace un par de años, un día antes de que el Ayuntamiento de Bilbao le agasajara con un homenaje por su intensa dedicación al trabajo solidario. Le visité en el Hospital de Basurto y juntos recordamos la canción de Andrés Calamaro: «Porque el amor te espera en la esquina y el dolor te espera en cualquier lado».
 
-¿Qué tal Satur?
-Aupa majo, aquí estoy respetando la vida.

«La situación es muy complicada, pero siempre hay que tener fe, siempre se piensa en que hay una posibilidad. Siempre «p´alante», a pesar de los pesares, todo el tiempo he de estar con energía positiva porque si no, aquí estoy enclaustrada. Debemos preocuparnos más de la gente y ser solidarios. La vida es trotar y es importante que podamos continuar con energía. La vida es según te la tomes y, no nos queda más que ser positivos. Yo tengo mis días buenos y días malos, pero me tengo que aguantar con lo que tengo, pero hay que ser positivo. Admiro la gente que tiene capacidad de remontar las adversidades, la gente positiva. La vida es emprender y aprender.» Todo esto me dijo. Y también que tenía una asignatura pendiente, que es aprender euskera. Entró Javi, su compañero de vida: «en otra vida o en otras vidas, si es que existen, seguro que se irá a aprender a una ikastola», comentó.

Le encantaban los poemas de Benedetti, de Sarrionandia y Ernesto Cardenal y como luchadora que era, el poema de José Agustín Goytisolo: “Palabras para Julia”:

«Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo…
…Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso…
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.»

Ese poema, consigna para luchadores, que Paco Ibañez  convirtió en canción, le hacía llorar.

Tú que en vida apenas has descansado, descansa en paz amiga Satur. Ojalá haya ese merecido paraíso para ti. Y como la facultad de imaginar es la facultad de crear, que sigamos viéndonos en esa dimensión del arte y la belleza que lo encumbra todo. Seguro que suscribirías aquella bella canción que cantaba Calamaro: «Y si te falta una imagen, quiero que me recuerdes así con el viento en las velas».

Descansa en paz querida amiga Satur. Muchas son las personas que te echamos en falta. Gracias por tu fe y tu tesón, eskerrik asko por cómo has sido. Agur maja. Musu handi bat.

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