José María Pérez Bustero

Senderos que recorrer

Vista la ilusión del señor Imanol Pradales al frente del Gobierno de Euskadi, resulta oportuno darle el consejo de echar una mirada no solo al conjunto de las tierras vascas sino también a las demás zonas peninsulares, pues conocerlas es imprescindible para sopesar las que pisamos. Empezamos mirando las tierras donde se celebraron las elecciones autonómicas el 28 de mayo del 2023. En Guipúzcoa echamos un vistazo al entorno verde del paisaje y medio ambiente −que resulta relajante−, junto a los valles que abren terrenos para asentamientos de poblaciones, y que termina en la costa, con su relación directa con el mar.

Seguidamente entramos en Araba, donde destaca la llanura con diversas cumbres. Los reyes de castilla la tomaron como condado suyo pero sin poder evitar que las gentes se agruparan en la propia defensa y tareas. Actualmente, la mayor parte de la población se ha centrado en Vitoria, que el año 1940 contaba 112.000 habitantes, pero que en el 2010 llegaban a 317.000.

En Vizcaya destacamos la época de industrialización. Se hablaba de la ría teñida de hierro, además de los astilleros, pero hay que subrayar las villas de la burguesía, el cuidado de los espacios naturales, y su patrimonio cultural. Un dato más: tiene 1.153.282 habitantes, fruto de la explosión demográfica y urbanística.

Citadas esas tierras vale la pena ir a Navarra, que forma parte directa de las tierras vascas, junto a las de Iparralde. Un detalle: Sancho el Fuerte hizo fortificar la ciudad de San Sebastián, que perteneció a Navarra hasta que en el año 1200 fue arrebatada por Alfonso VIII de Castilla. Y está poblada por gentes con sentido de vecindad, metidas en sus trabajos del campo, en talleres y fábricas.

Dicho todo esto, echamos una mirada a las demás tierras peninsulares para sopesar junto a quiénes vivimos y comprender que cada una tiene su proceso, su forma de vida, y su convivencia de hombres y mujeres. Puestos a ello empezamos por el oeste de la cornisa cantábrica. Ahí tenemos las tierras de Galicia, con el llamado «rexurdimento galego»: una etapa cultural del siglo XIX que buscaba revitalizar la lengua gallega como vehículo de expresión social y cultural. Y de paso citamos la emigración de sus habitantes a otras regiones, incluida la nuestra, ya que al barrio de Trintxerpe le llamaban la «quinta provincia gallega» por los muchos gallegos asentados allí.

A su lado se halla Asturias, con abundante ganadería vacuna, y con sus minas de carbón, que exportaba a otras tierras, entre ellas a la industria de hierro vizcaína. Un hecho posterior: en octubre de 1934 se centró en esa tierra la huelga revolucionaria, que tuvo un gran seguimiento en otras zonas.

Dejando el litoral marítimo vamos a tierras que se extienden por la parte central de la península, y nos topamos con la enorme meseta, y numerosos conjuntos históricos, con tierras escasamente pobladas.

Un dato al respecto es que, a primeros del siglo XVI, se produjo una situación dramática: la princesa heredera, Juana, al quedarse viuda del marido originario de Flandes, no era capaz de gobernar, y su hijo, el más tarde llamado Carlos I de España y quinto de Alemania llegó sin conocer siquiera el castellano, rodeado de personajes del norte europeo. Ante sus presiones fiscales sobrevino la rebelión de diversas ciudades, y se desató la llamada guerra de los «comuneros», que tuvo lugar entre los años 1520 y 1522. En todo caso, durante el reinado de dicho rey, Madrid ejerció ya como sede de los monarcas. Y en tiempos de Felipe II, fue declarada «capital» de los reinos por su situación estratégica.

Seguimos la senda hacia el sur, y nos hallamos con Extremadura, que durante un tiempo ejerció de paso entre Lisboa y Madrid. Pero la belicosa separación de los gobiernos portugués y castellano en el siglo XVI anuló esa función de tránsito, y provocó una emigración colonizadora a tierras americanas, siendo especialmente notorios los hermanos Pizarro, Hernán Cortes, e Inés Suárez que resaltaba por su arrojo en los combates. Quedándonos en Extremadura hay que citar, por otra parte, la llamada masacre de Badajoz que tuvo lugar el año 1936, promovida por el franquista General Yagüe, para atemorizar y tener paralizada a la gente.

Vamos a otra región: Andalucía, entre el Mediterráneo y el Atlántico. Con la diversidad de conocimientos y costumbres que le dejaron los siglos musulmanes. Esa pluralidad dio paso a la proclamación de la República el año 1931. Pero no evitó la tasa de paro, pues el fomento industrial llegó tarde. En todo caso, se dio gran importancia a la agricultura y al turismo.

Siguiendo la costa del Mediterráneo tenemos a Valencia, que en su día fue colonia romana, y que sigue asumiendo gran riqueza de agricultura, pesca, labores de construcción y alto turismo de ocio. Más al norte se halla Cataluña, con sus zonas montañosas y cientos de kilómetros de costa. Junto a un profundo movimiento cultural, amplio nivel de industria, turismo, y dinámica de servicios.

A su lado se halla Aragón con tierras muy diferentes, desde las montañas del Pirineo hasta la depresión del Ebro, con 731 municipios, gran variedad de clima, y ascenso del sector industrial, comercial y turístico. Cabe citar la importante ciudad de Zaragoza, y su basílica barroca del Pilar.

Teniendo en cuenta esa diversidad y proceso de las regiones peninsulares, hay que contraponer otro tipo de personas hispanas: las que tienen vocación de mando, y que no examinan la complejidad y necesidades de cada zona. ¿Qué hacer con ellas? Exigirles que no funcionen como mandones, sino que fomenten la relación de unas zonas con otras.

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