¿Separar Educación y Universidades es una buena idea?
Este año hemos asistido a la segregación de la Consejería de Educación que hasta ahora integraba a las universidades y la aparición de una nueva Consejería denominada Ciencia, Universidades e Innovación, con el ex-rector Pérez Iglesias a la cabeza. En la UPV/EHU parece que todo han sido parabienes para esta división. Al menos no hemos oído ninguna crítica a ese desdoblamiento, lo que de paso señala la victoria de los postulados neoliberales y la asunción casi plena por parte no solo de la universidad sino de otros sectores socio-empresariales.
No obstante, lo sucedido en la UPV no es nuevo, tiene precedentes en el Estado español. En abril de 2008, con Rodríguez Zapatero en la presidencia, también se desligó Educación de Universidades, vinculándose la primera con Asuntos Sociales y Deportes, mientras Universidades pasó a formar parte del Ministerio de Ciencias e Innovación (MCI). Como ministra de este último se eligió a la científica y empresaria Cristina Garmendia, oriunda de Donostia. Ese nuevo ministerio asumió responsabilidades que antes pertenecían a Industria e Investigación. Y aglutinaba por primera vez todas las capacidades y organismos del Estado encargados de la promoción de I+D. El objetivo declarado de este ministerio estaba enfocado a impulsar el desarrollo de la I+D+I y la Productividad con el fin de convertir la capacidad científica en potencial económico; es decir, utilizar la ciencia y la universidad al servicio del rendimiento económico y la valorización del capital. Recordemos que estábamos en la época de desarrollo del Plan Bolonia, versión, para muchos, de la incorporación a la universidad de los valores mercantilistas.
Esta separación de 2008 no fue bien vista por todos los universitarios y hubo un debate sobre la cuestión. Por ejemplo, el que fuera ministro con Felipe González y a la sazón, en 2008, rector de la Universidad de Alcalá, Virgilio Zapatero, se posicionó en contra de esa segregación. También varias asociaciones de estudiantes. Ya que opinaban que ello acercaba la universidad a los intereses empresariales. Asimismo, el sindicato CCOO mostró sus reticencias. En un comunicado manifestó que “velará para evitar que la apuesta por la innovación y el desarrollo (anunciada por el Gobierno) se haga en detrimento de la docencia o de la formación científica que solo sirve para el desarrollo humano o la creación de conocimiento”.
No cabe duda de que el ámbito de las actividades universitarias se ha ampliado considerablemente por las exigencias derivadas del proceso de acumulación capitalista, que ha originado una presión social y empresarial por introducir en la vida universitaria nuevas temáticas. El peligro de esta ampliación reside en que la universidad se subordine cada vez más, no a las exigencias de la ciencia y la sociedad en su acepción positiva de interés general comunitario, sino al de las aplicaciones tecnológicas al servicio de intereses privados, aunque estos cuenten con apoyo público. Y algunas declaraciones al respecto parecen confirmarlo.
Una posible solución a este problema podría haber sido la apuesta por la creación de una Consejería de Universidades, separada tanto de la de Educación como de la de Ciencia e Innovación, algo totalmente factible en el plano administrativo. De esa forma, la UPV/EHU podría seguir garantizando sus vínculos académicos y docentes con la enseñanza no universitaria, plano formativo fundamental y también con la extensa esfera de la aplicación científica, sin quedar totalmente subordinada a la misma. Se permitiría así que dispusiera de una mayor autonomía en el plano científico para que el impulso investigador y su correspondiente financiación resultaran equitativos y distribuidos adecuadamente, simplificando mucho, entre las cuatro patas del área investigadora: la denominada básica o de conocimiento; la humanística, social y artística; la que denominaremos territorial, que incluye aspectos variados de índole económica, social y cultural que confluyen en el desarrollo histórico de la identidad (o identidades) propias del pueblo vasco; y la tecnológica-mercantil, o I+D. Teniendo en cuenta naturalmente en esta clasificación el carácter interdisciplinar de todas las áreas y los estrechos vínculos que las unen.
Las recientes declaraciones del candidato a rector, José Ramón Bengoetxea, manifestando que los temas relativos a la Salud y la Educación van a tener en su proyecto un tratamiento prioritario, dado que según él son los más importantes para la sociedad, ofrecen un posible ejemplo de lo que proponemos.
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