Aniceto Morales Horrillo
Trabajador de Instituto de Secundaria

Skolae y el victimismo y arrogancia de Concapa

Mientras a Skolae le preocupa la prevención de las violencias contra las mujeres y las niñas, la visibilidad de las mujeres y sus aportaciones, el respeto por las identidades, las culturas, las sexualidades y su diversidad, la participación social y el compromiso compartido de hacer realidad la igualdad en las nuevas generaciones, a los detractores de Skolae les preocupa el poder y el control de las familias y en concreto de madres y padres sobre los centros educativos y el personal docente, así como que se pueda impartir educación sexual sin prejuicios.

Las críticas hacia el programa Skolae por parte de Concapa (Confederación Católica de Padres, supongo que de madres también aunque no las nombran) junto a UPN y PPN se resumen en que según ellos dicen es un programa que adoctrina y secuestra ideológicamente a los niños, ignorando los derechos de los padres, porque en su opinión los centros educativos deben ser colaboradores necesario de las familias y deben ir de la mano de lo que los padres quieren y no al revés como quiere imponer Skolae. Por último también parece que les alarma la educación sexual y han criticado 3 fichas de unas 200 que tiene el programa, porque no han sabido o querido entender que son expresiones del ámbito de educación sexual que nada tienen que ver con lo que parecen imaginar sus mentes.

Skolae es un programa de coeducación avalado por normativa foral, estatal e internacional que sitúa a la igualdad como principio universal y elemento fundamental para que niñas y niños puedan construir un proyecto vital propio en libertad y en igualdad de oportunidades.

Los centros religiosos católicos privados-concertados en los que es mayoritaria la asociación Concapa tienen como eje común la doctrina católica, que es el conjunto de todas las doctrinas que la Iglesia católica profesa como «verdades de fe».

Si hay que hablar de adoctrinamiento y secuestro ideológico habría que hablar de catolicismo y no de Skolae. ¿En pleno siglo XXI es lícito seguir financiando con dinero público centros escolares que adoctrinan a su alumnado en verdades de fe? Si las familias quieren formar en catolicismo y fe que lo hagan, pero fuera del ámbito escolar y con su propia financiación.

Otra de las críticas de Concapa hacia Skolae es que este programa trata de suplantar el papel de las familias y en concreto de padres y madres en la educación de sus hijos. Los niños en el proceso educativo tiene dos ámbitos fundamentales de enseñanza/aprendizaje: el escolar y el familiar. Skolae no suplanta el ámbito familiar, porque solo se circunscribe al ámbito escolar. En cambio Concapa, siendo una asociación de madres y padres, sí que –amparándose en el supuesto derecho de las familias a educar a sus hijos– quiere dirigir la educación que se debe dar a niñas y niños en ámbito escolar. ¿Dónde están los derechos de esos niños? ¿Por qué tienen que ser formados en un ámbito educacional público como el escolar en una doctrina como la católica que corresponde al ámbito privado y no se les da una formación basada en derechos universales guiados por criterios de igualdad?

Una de las características de muchos centros privados/concertados católicos es la segregación y/o uniformación de su alumnado por sexos. Es compresible que partiendo de este hecho el programa Skolae les rompa todos sus esquemas. Realmente debe ser tarea difícil, por no decir imposible, educar en igualdad y sin prejuicio en esos centros si se parte de la segregación y/o uniformación de su alumnado por sexo.

Mientras a Skolae le preocupa la prevención de las violencias contra las mujeres y las niñas, la visibilidad de las mujeres y sus aportaciones, el respeto por las identidades, las culturas, las sexualidades y su diversidad, la participación social y el compromiso compartido de hacer realidad la igualdad en las nuevas generaciones, a los detractores de Skolae les preocupa el poder y el control de las familias y en concreto de madres y padres sobre los centros educativos y el personal docente, así como que se pueda impartir educación sexual sin prejuicios.

Esta polémica que han creado desde algunos sectores católicos en torno a Skolae es algo impensable en los países de nuestro entorno europeo, precisamente porque en esos países esos sectores católicos no tiene el poder que se les ha dado en el ámbito educativo en el Estado español y en concreto en Navarra con la concertación en última instancia de casi el 100% de esos centros. Mientras en el Estado español la escuela pública en educación primaria ronda el 68% (Navarra 64,7%), en los países de nuestro entorno supera el 80% (Reino Unido 82%, Francia 85%, Portugal 88%, Alemania 95%) ("España, entre los países de Europa con menos escuela pública y más concertada", eldiario.es 16/03/2017). Ese trato de favor en el ámbito educativo durante tantos años les ha permitido empoderarse hasta tal punto que se consideran dueños y señores, y confunden privilegios con derechos. Y con total arrogancia llegan a pedir que el programa se paralice tanto en la escuela pública como en la privada-concertada (supone el 30% en Navarra), cuando solo representan a una parte de esos centros privados-concertados de Navarra, y cuando 2/3 del Parlamento ha mostrado su apoyo al programa.

En resumen, Concapa, UPN y PPN se han hecho un bonito selfie ante la sociedad Navarra en blanco y negro, o si me apuras en sepia, demostrando que están en el pasado y de ahí no quieren moverse en absoluto y que quieren seguir sin renunciar a los privilegios, que no derechos, que han recibido como prebendas políticas de los gestores del pasado. Se trata como decían el otro día en una tertulia radiofónica de un choque entre dos modelos educativos, uno del siglo XIX y otro del XXI.

Es una suerte que el programa Skolae se haya puesto en marcha y con tan buenos resultados y que este curso se hayan incorporado muchos más centros (unos 100), y es una pena que no haya llegado antes. Debemos agradecer a los partidos políticos que lo apoyan, al Departamento de Educación que lo pone en marcha, a los técnicos que lo han diseñado y, por supuesto, al profesorado que lo está trabajando y lo va a trabajar en un futuro. Por último, habría que pedir también que este sobreesfuerzo del profesorado sea reconocido y compensado, para que no suponga una sobrecarga más que impida llevar a buen término el programa.

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