Sobre mentiras y medias verdades
Imagino que no es plato de gusto presentar un Plan de Empleo a bombo y platillo y que la respuesta social sea la crítica unánime de todos los sindicatos y un informe inhabitualmente duro del Consejo Económico y Social (CES). Eso le ha sucedido al Gobierno Vasco y por eso es comprensible la desazón que la parlamentaria del PNV Amaia Arregi dejaba entrever en estas páginas al acusar a EH Bildu de «engañar» y «manipular a la opinión pública».
Y todo porque tras la comparecencia del presidente del CES en el Parlamento hemos visto ratificadas nuestras críticas principales al Plan de Empleo. A saber, que presta escasa atención a la inversión y al empleo públicos; que es, parafraseando al CES, «un catálogo de actuaciones ya desarrolladas o programadas»; que carece de los recursos económicos que serían necesarios y que obvia la opinión, fundamental, de los sindicatos, un déficit que ni la propia señora Arregi se atreverá a negar vistas las contundentes críticas de ELA, LAB, CCOO y UGT.
Al parecer, Amaia Arregi desea que comulguemos con ruedas de molino y que, como ella, en el análisis del CES también EH Bildu vea solo halagos donde, por mucho que le duela al PNV, también hay mucho reproche. Y de calado, a nuestro juicio. Que una portavoz del PNV intente hacer creer que el CES está encantado con el Plan de Empleo del Gobierno vasco y con la respuesta de este a su informe entra dentro de la lógica política. Lo que no es admisible, además de revelar cierta pobreza argumental, es que para ello no encuentre mejor modo que acusar a EH Bildu de recurrir a «medias verdades y mentiras» y de hacer «una interpretación interesada» de la comparecencia del CES en el Parlamento. Más que nada porque evidencia un problema de distorsión de la realidad. Por cierto, curioso que el PNV nos acuse de manipular las palabras del CES cuando, que conste, nadie en el CES ha visto tal «manipulación».
Igual que la señora Arregi, yo también estuve presente en la comparecencia del CES. Cierto que su presidente dijo que el Gobierno ha recogido gran parte de sus aportaciones al Plan de Empleo y que habló de sintonía. Tan cierto como que puso de manifiesto déficits en aspectos básicos. No manipula quien advierte de las carencias, sino quien intenta ocultarlas, como pretende –sin éxito, todo hay que decirlo– la parlamentaria del PNV.
Aun a riesgo de que vuelva a acusarme de manipular, me permito recordar algunas de las advertencias del CES no atendidas satisfactoriamente por el Ejecutivo. En primer lugar, por su relevancia, la necesidad de «incrementar la inversión pública», a lo que se añade que en el Plan de Lakua «se olvida el importante papel del empleo público». No menos importante resulta el hecho de que estamos ante «una auténtica recopilación de políticas desarrolladas por distintos departamentos cuando un Plan de Empleo debe ser algo extraordinario que refuerce las políticas estructurales en esa materia».
La parlamentaria del PNV niega que el CES haya dicho que los recursos económicos destinados al Plan de Empleo sean insuficientes y nos llama irresponsables por decir lo contrario. ¿Cómo interpretar si no al CES cuando alerta de que «tras la cifra global de 3.315 millones de euros para el periodo 2013-2016 se descubre que el esfuerzo presupuestario alcanza únicamente los 960 millones?» Que el Gobierno haya elevado esa cifra hasta casi 1.007 millones, ni 12 millones más por año, difícilmente puede ser suficiente.
Especialmente grave es además que en el apartado relativo al fomento del empleo juvenil en el Plan «no se tiene en cuenta la calidad del empleo ni su continuidad». Son palabras del CES. También estas otras, al hilo de la falta de diálogo con los sindicatos: «Es una laguna que tiene el Plan porque un buen desarrollo del Plan va a necesitar una interlocución directa con los agentes económicos y sociales».
Son citas literales y entiendo que disgusten al PNV, pero si hablamos de mentiras y medias verdades, señora Arregi, está claro quién manipula.