Oskar Fernandez Garcia
Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación

Solidaridad absoluta con la comparsa Hontzak

La fulminante decisión de un juzgado de Bilbao, a instancias del Obispado de esa misma ciudad, enviando un contingente inusitado de policías autonómicos a una pacífica, festiva, lúdica, ingeniosa, crítica y creativa comparsa –para retirar varios elementos consustanciales de la decoración de su txosna, que recreaba una «Carnicería Vaticana», basada en una de las creencias y en uno de los rituales fundamentales del catolicismo: «Tomad y bebed todos de él porque éste es el cáliz de mi sangre…»– nos retrotrae a tiempos pretéritos de la Inquisición: a las implacables persecuciones de personas diferentes, a la brutal tortura y a la sádica muerte en hogueras públicas por el mero hecho de pensar diferente o ser acusada de serlo.

Con el transcurrir de los siglos y los acontecimientos –el Renacimiento, el Siglo de las Luces, la Revolución Francesa, la Revolución Bolchevique…, que en estos lares, se hace palpable y evidente que no dejaron precisamente una huella indeleble– las formas se mesuran, pero se continúa persiguiendo, de manera obsesiva y enfermiza, las ideas diferentes y a quienes las expresan con todos los medios legales, jurídicos, opresivos y tiránicos de los que disponen; en este caso en un Estado tan absolutamente antidemocrático y aborrecible como el español.

Hace dos años y medio la sociedad europea quedó perpleja y conmocionada por el brutal y despiadado asalto a la sede del semanario satírico Charlie Hebdo.
Millones de personas a lo largo del viejo continente hicieron suyo el lema “Je Suis Charlie”. La ciudad de la luz fue testigo de una impresionante manifestación, en la que participaron presidentes de diferentes gobiernos, todo tipo de autoridades de diversos países y una cantidad ingente de ciudadanas y ciudadanos. Decenas de miles de personas inundaron las calles de París en contra de el «…bárbaro ataque contra el corazón de los valores de la República y de Occidente en general» y a favor de «Charlie Hebdo, todo un símbolo emblemático de la libertad de prensa en Europa».

En enero de 2015 primó la libertad de prensa y de expresión por encima de los sentimientos religiosos que pudiera tener, por ejemplo, la comunidad musulmana francesa, que abarca a más de cinco millones de personas y que no debían sentirse en absoluto ofendidas por las caricaturas sobre Mahoma que desde el año 2006 publicaba el mencionado semanario satírico.

Pero al sur de esa barrera, no sólo física, que forma la gran cadena montañosa de Los Pirineos - en el marco bochornoso y deplorable de un Estado, que tiene una estrella en la bandera europea, pero que se haya a una distancia sideral de los valores que representa ese símbolo –transcurridos solamente 30 meses– de aquel terrible, luctuoso y conmovedor ataque a un medio de comunicación –se invierte diametralmente la percepción de un hecho muy similar– la crítica jocosa de una creencia y/o sentimiento religioso– y por encima de la libertad de expresión se alza de manera dictatorial e inquisitorial el escrupuloso y ladino respeto a los sentimientos y creencias de una determinada confesión: la católica.

La fulminante decisión del juzgado de la capital bizcaina de arremeter contra la heterodoxia, la herejía, el paganismo, la diferencia crítica y lúdica, sin tan siquiera oír la opinión de las personas integrantes o responsables de Hontzak, genera absoluta perplejidad. Cómo sabía el juez o la jueza que existía la intención de menoscabar, humillar o herir los sentimientos religiosos de terceros por parte de la mencionada comparsa, y si este hecho no estaba meridianamente y objetivamente probado, de manera fehaciente y sin el más mínimo vestigio de incertidumbre ¿Cómo se pudo recurrir a la aplicación, absolutamente desmesurada, desmedida y falta de proporcionalidad, del Código Penal –sección 2.ª del Capítulo IV del Título XXI– relativo a «los derechos fundamentales de libertad religiosa y libertad de expresión»? ¿En estos lares sí tenían que sentirse a la fuerza ofendidas?

Nuevamente para intentar comprender las actuaciones del poder judicial y ejecutivo es necesario introducir la variable geográfica que determina, sin lugar a dudas, que lo que es delito en una zona de Carpetovetonia en otra –el mismo hecho, similar o muy parecido– obtiene unas consecuencias opuestas o marcadamente diferentes.
«El cantante Javier Krahe, fue perseguido a raíz de en una entrevista emitida en el programa ‘Lo + Plus’, donde se incluyó un vídeo en el que indicada cómo cocinar a un cristo para dos personas. Tras un largo proceso de ocho años, reabierto en dos ocasiones, finalmente la sentencia únicamente condenó en costas y concluyó que a pesar de admitir que podían haberse sentido ofendidos por ello, no había quedado probado que concurriera en ninguno de los acusados la intención de menoscabar, humillar o herir los sentimientos religiosos de terceros».

La persecución contra Hontzak, tanto mediática –a nivel del Estado español– como política, eclesiástica, judicial, policial…, revela, sin lugar a dudas, y en toda su extensión y complejidad la intolerancia, el analfabetismo absoluto, existente en todo lo concerniente a las ideas religiosas, la persecución sistemática de la libertad de pensamiento que inexorablemente e indefectiblemente ha de conllevar la libertad de expresión, la incultura, la imposición, por parte del propio Estado, de una idea religiosa que fue hegemónica y que se quiere seguir imponiendo, tal y como se hizo durante los crueles, despiadados y brutales años de la dictadura y el fascismo franquista.

Igualmente este hecho revela la falsa utilización sobre ese sentimiento de sentirse ofendido. Se utiliza la hipotética ofensa como ariete para mantener una única y exclusiva idea religiosa sobre toda la población, de manera que sea hegemónica, que impida las manifestaciones de libre pensamiento y que mantenga adocenada, aborregada, abúlica y dúctil a la población.

En el S. XXI y teniendo en cuenta que todos los principios, postulados, creencias, dogmas…, todo el corpus de la conocida como religión católica tiene exactamente –desde el punto de vista académico– el mismo nivel científico, lógico, argumental, teológico, ontológico, metafísico…, que las creaciones de los Hermanos Grimm, Charles Perrault, Hans Christian Andersen, Lewis Carroll…, por lo tanto produce perplejidad y escalofríos constatar, día tras día, su poder omnímodo y su penetración en todos los ámbitos de la vida.

Ya en el S.XVIII aquella mente preclara, comprometida con su tiempo, filósofo, escritor historiador, abogado y figura clave de la Ilustración, Voltaire, de manera increíblemente lúcida e inteligente, sentenciaba, como sólo lo podía hacer un gran humanista e intelectual, que «los que pueden hacerte creer absurdidades también pueden hacerte cometer atrocidades».

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