Gotzone Sestorain Zabaleta
Nafarroako Ekologistak Martxan, Hazitik Hozie, LeitzEKO kontsumo taldea, Jateko grupo de consumo ecologico-kontsumo ekologiko taldea y Lantxurda taldea

Stop a la ganadería industrial en Nafarroa

Mientras en zonas donde tradicionalmente este sector ha sido un motor económico importante han ido cerrándose las pequeñas explotaciones, hasta desaparecer muchas de ellas, con la consecuente destrucción de empleo, en el sur del territorio se han ido construyendo macrogranjas como la de Caparroso con 5.531 vacas, que ya acumula once procedimientos sancionadores por infracciones medioambientales.

Este sábado ha finalizado en Lizarra la novena ecomarcha organizada por Ecologistas en Acción, iniciada el día de 5 de julio en Fraga (Aragón) y que durante diez días ha recorrido los territorios de Aragón y Navarra, bajo el lema "No te comas el planeta". Uno de los ejes principales de la edición de este año ha sido el cuestionamiento del modelo de producción de alimentos basado en la ganadería industrial, sumándose así a la campaña confederal que este colectivo ecologista esta realizando durante el 2019 contra dicho modelo de ganadería para destacar sus consecuencias medioambientales, socio-económicas, de salud pública y de bienestar animal.

Al igual que en las comunidades de Cataluña y Aragón, en Nafarroa en los últimos 20-30 años se ha impulsado una política agraria unida a unos intereses económicos determinados (de unos pocos), que ha originado cambios en el modelo tradicional de producción ganadera que estaba ligado a la tierra y a un consumo de proximidad y saludable del producto cárnico obtenido.

Se ha impuesto un modelo de ganadería industrial que única y exclusivamente busca la máxima producción de carne, leche y huevos al más bajo coste y en el menor tiempo posible, utilizando para ello técnicas de producción intensivas, en el que los animales se encuentran confinados en espacios reducidos y cuya alimentación depende exclusivamente de materia prima externa y genera grandes cantidades de purines, gases de efecto invernadero. Además debido al modelo productivo es necesario utilizar antibióticos y otros medicamentos de forma masiva. Es una ganadería no ligada a su territorio, que para producir no requiere del aprovechamiento de pastos.

Se trata, por tanto, de un modelo que, además de contaminar el agua, aire y tierra, es uno de los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global, afecta negativamente a la salud humana y no garantiza el bienestar animal. Hay que añadir que al ser un modelo productivo que está vinculado a los mercados internacionales, tanto por los piensos utilizados para su alimentación como por la comercalización del producto final, tampoco favorece la economía local de las zonas donde se instala por estar altamente atomizados, generando un empleo muy precario, asociado en muchos casos a la condición de granjeros ganaderos integrados a grandes empresas que realizan una parte del proceso productivo, limitándose la función del ganadero a ser «falso autónomo».

Esta ganadería productivista e intensiva, deslocalizada del territorio es, asimismo, una gran amenaza para las pequeñas explotaciones ganaderas y para la ganadería extensiva y en consecuencia para la subsistencia de la población en los pueblos de Navarra. Así, estos últimos años hemos visto como han ido cerrando muchas de ellas, a la vez que se intensificaban y crecían otras. Un ejemplo evidente y reciente lo tenemos en el caso del sector lácteo de vacuno.

Mientras en zonas donde tradicionalmente este sector ha sido un motor económico importante han ido cerrándose las pequeñas explotaciones, hasta desaparecer muchas de ellas, con la consecuente destrucción de empleo, en el sur del territorio se han ido construyendo macrogranjas como la de Caparroso con 5.531 vacas, que ya acumula once procedimientos sancionadores por infracciones medioambientales. Pero no es la única. A ella hay que sumar como mínimo otras cinco que rondan las 1.000 cabezas. Cabe subrayar que Navarra es la comunidad donde las explotaciones de vacuno de leche más se han intensificado en todo el Estado y en la que es simbólica la producción de leche ecológica o realizada con aprovechamiento a diente de los pastos en comparación, por ejemplo, con la cornisa cantábrica.

Y esta loca carrera por hacerse cada vez más grande continúa y aunque con el Decreto Foral por el que se regulan las condiciones higiénico-sanitarias, de bienestar animal y ordenación zootécnica de las explotaciones ganaderas y sus instalaciones en el ámbito de la Comunidad Foral de Navarra, aprobado y publicado este año, se han establecido topes al número de cabezas por explotación para cada uno de los sectores, éstos son tan desorbitados que la tendencia de intensificación no ha sido frenada. Estamos observando como en todos los sectores se están dando ampliaciones de las explotaciones, porque la ley lo permite. Estamos hablando de límites de 1.250 UGM en el vacuno de leche y de carne, 864 UGM en el porcino, 300.000 plazas en el aviar, 6.000 reproductores en el ovino-caprino de leche, 8.000 reproductores en el ovino de carne. De esta manera amplios territorios de la comunidad se están convirtiendo en verdaderos estercoleros y las explotaciones industriales de ganado en auténticas fábricas de cambio climático, destructores de empleo y generadores de fuertes desequilibrios territoriales.

Asimismo, cabe subrayar que no se pueden mejorar las condiciones higiénico-sanitarias, de bienestar animal y de ordenación zootecnica de las explotaciones ganaderas sin diferenciar los modelos productivos ya que las condiciones, problemáticas y situaciones son diferentes y su regulación tambien debería de serlo. En sólo dos meses desde su aprobación, hemos visto como dos proyectos de pequeñas ganaderías extensivas no van a poder llevarse a cabo por las condiciones restrictivas a la ganaderia extensiva respecto a las distancia que tienen que mantener a las grandes explotaciones intensivas.

Por tanto, este modelo industrial de producción de alimentos, por muy local que sea, no es sostenible ecológicamente, ni justo desde el punto de vista socio-económico. Y es por lo que los colectivos que subscribimos este escrito nos sumamos a la campaña confederal que Ecologistas en acción está realizando en el año 2019 y, en concreto, a la ecomarcha de esta edición contra la ganadería industrial.

Por último, aprovechamos esta coyuntura para hacer un doble llamamiento. Por una parte animamos a las y los consumidores a que dejen de consumir alimentos procedentes de este tipo de ganadería y que incorporen alimentos procedentes de modelos más sostenibles, como son la ganadería extensiva o la ganadería a pequeña escala sustentada en valores agroecológicos.

Y por otra parte, solicitamos a la administración, que deje de financiar con el dinero público la ganadería industrial a gran escala y que fomente y potencie con medidas reales y con apoyo económico otro tipo de ganadería a pequeña escala, que haga un uso justo de los recursos disponibles (agua, suelo, trabajo), aproveche los recursos locales (pastos, forrajes, cereales), alimente sin transgénicos, respete las razas autóctonas y haga el mínimo uso de medicamentos. Una ganadería que cierre ciclos de materia y energía al utilizar desechos de unos procesos para sustentar otros, como el abono animal para fertilizar los cultivos. Un modelo de ganadería que responda a las necesidades de alimentación saludable de los consumidores y consumidoras locales, que sea motor de las economías locales, que genere empleo de calidad y que contribuya a mantener un mundo rural con muchos pueblos vivos, con muchas y muchos pequeños productores de alimentos.

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