José Manuel Sagastibeltza

Tala de árboles en la carretera BI 4625, en Karrantza

Queridos conciudadanos: ¡estad alerta! Puede que al incompetente no le guste la sombra de los tilos del Arenal y se decida a actuar. O… que el mismísimo árbol de Gernika corra peligro. Bueno, éste no.

El pasado sábado, al realizar mi habitual paseo por esa carretera, pude observar con tristeza que todos los árboles que jalonaban sus orillas habían desaparecido por orden de la Diputación, según me comunicó uno de los operarios encargados de la masacre, mientras cargaba un remolque con troncos troceados y con destino desconocido. El espectáculo ante mis ojos era desolador. El lugar en el que días antes se levantaban hermosos y esbeltos ejemplares de robles, fresnos, avellanos, acacias, etc., algunos probablemente centenarios, y que convertían el paseo por esa carretera en una delicia, aparece ahora como un cementerio lleno de tocones que se yerguen como intentando comprender la sinrazón de algún incompetente que ha ordenado su tala desde su despacho en Bilbao. Los pocos árboles que han sobrevivido, exhiben sus muñones, mutilados, rotos, moribundos… "Paisaje para después de una batalla", podría titularse el escenario.

Desde la Diputación justificarán, como han hecho en otras ocasiones, que el motivo de esta tala, es el de proteger la carretera de sus raíces. ¡Mienten! En ningún lugar de la carretera se aprecia deterioro alguno causado por los árboles. La carretera luce su mal aspecto de siempre, pidiendo a gritos un reasfaltado urgente. Invito a quien quiera comprobarlo a darse un paseo por el lugar. Pero entonces… ¿Cuál puede haber sido la razón de esta salvajada? Interesante pregunta para una interpelación en Juntas Generales.

Pero eso no le importa al incompetente. El incompetente se repantinga en el sillón de su despacho con la satisfacción del trabajo bien realizado, al recibir las últimas fotos de su lugarteniente con bigote. El ama el sol y desea que los paseantes disfruten de sus rayos durante el invierno y también, durante los rigores del verano. ¡Quién necesita una sombra fresca! Es posible, que en la cena de Nochebuena, en el salón de su casa, al calor de la chimenea encendida, el incompetente comente a sus hijos la gran trascendencia de las decisiones que tiene que tomar, mientras escuchan el crepitar de las llamas. Tiene buena leña este año. «Niños, los regalos están junto… al árbol» –de Navidad, por supuesto–. También es posible que, durante la cena, el incompetente discuta con su cuñado sobre los efectos devastadores del cambio climático y sobre la necesidad de convencer a Trump de que se sume a los protocolos y acuerdos de la comunidad internacional o sobre la gran incidencia que tiene en este proceso, la deforestación de la Amazonia, mientras saborean y degluten el lomo ibérico que alguna empresa le ha hecho llegar «por error». En fin, así son los incompetentes.
Pero llegará el nuevo año y con él, nuevos proyectos para solear otras carreteras. Escrutará los mapas del Señorío centímetro a centímetro. Ya babea con la idea.

Queridos conciudadanos: ¡estad alerta! Puede que al incompetente no le guste la sombra de los tilos del Arenal y se decida a actuar. O… que el mismísimo árbol de Gernika corra peligro. Bueno, éste no. En algún momento, cuando preparaba las oposiciones, oyó una canción que decía: «Areitz bat Bizkaian dago, zahar, sendo, zindo…». No vaya a ser que la cancioncilla se refiera a este árbol y la liemos. No olvidemos que es un incompetente.

Desde la indignación y la pena, exijo la dimisión del incompetente, quien quiera que sea, en un inútil intento de proteger los árboles que aún quedan en pie y en memoria de los asesinados.

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