Iñaki Uriarte
Cronista villano (de la villa)

Tourturas de verano festivo

Una vez finalizado el paso del Tour de France por parte de Euskal Herria como espectacular acontecimiento deportivo y analizadas en estas mismas páginas de NAIZ, casi todas sus secuelas, como cortejo comercial, turístico y político, reaparece por cuatro de las capitales vascas el anual indecente, por criminal y esperpéntico ¿espectáculo? de la tortura, descuartizamiento y muerte de toros en un recinto público. Matanza concurrida para satisfacción de una manada de sádicos que allí se congrega en una orgía de sangre animal.

Es preciso recordar que el 28 de julio de 2010, el Parlament de Catalunya aprobó la prohibición de las corridas de toros que entró en vigor el 1 de enero de 2012 atendiendo y aceptado la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) avalada por 180.169 firmas presentada por la Plataforma Prou (Basta, en catalá). Posteriormente, el Pleno del Tribunal Constitucional (TC) anuló el artículo 1 de la Ley catalana que prohíbe las corridas de toros porque, se decía, invade la competencia del Estado, al haber sido la fiesta nacional declarada patrimonio cultural inmaterial de España (vergonzosa riqueza para un país elementalmente civilizado). Pero, como ya ha hecho ante otras agresivas resoluciones judiciales, especialmente referentes a la lengua nacional, la Generalitat ya anunció que no acataría dicha sentencia del TC, como así se ha hecho. Catalunya con esta ejemplar decisión se posicionaba como una nación sensible y cultivada en valores ambientales en el contexto europeo que se añadían a su tradicional idiosincrasia cultural.

En Hegoalde, donde el PNV ha gobernado mayoritariamente en muchas instituciones, jamás se ha planteado la prohibición de esta barbarie inconcebible en una sociedad teóricamente civilizada en pleno siglo XXI. Si se pretende tener presencia en la Europa de las Regiones, difícil credibilidad puede mostrar un gobierno que mantiene esta irracionalidad como actividad festiva; es incompatible con principios fundamentales de respeto a los otros animales con los que compartimos la presencia en la tierra.

Debe destacarse que en Gasteiz desde 2016 con entonces alcaldía de Gorka Urtaran (PNV) sorprendente y afortunadamente se prohibieron, y no se ha vuelto a reincidir en este delito de maltrato sin penalización. En cambio, las otras capitales, Bilbao, Donostia, Iruñea y Baiona, además de en demasiados pueblos, continuan celebrando estas matanzas, de decenas de toros cada año. El caso de Iruñea es bastante especial y empieza a cuestionarse esta crueldad contemplada y gozada por unos asistentes en estado de delirio, al margen incluso del encierro que tiene otra lectura.

Hay que recordar como avance positivo, pero breve, durante el mandato de EH Bildu en Donostia se prohibieron estas masacres pero cuando volvió al poder el PNV, en 2015, el alcalde Eneko Goia, restableció inmediatamente las matanzas, a las que acudió el anterior rey de los españoles, el golpista, golfista y putero Juan Carlos I que provocadoramente repitió en posteriores años. El fracaso de este año, aunque con tres corridas, hace presagiar que el salvajismo se empieza a acabar lo que supone un progresivo éxito social de los grupos antitaurinos y un fracaso, por cobardes, de los políticos implicados en estas reiteradas inocentes muertes.

Tourturas

La situación en Bilbao es espantosa, son ocho días, se ha reducido uno por razones económicas, de sangrientos atentados contra animales previamente mutilados y drogados a los que asiste un turba ansiosa de violencia que se ha autosometido a una fuerte dosis de fervor animalicidio, cumpliendo con todo el banal repertorio ornamental de la tragedia.

Acude esta masa de gente a venerar a los de la espada asesina en la puerta de los hoteles donde moran y para degustar unos buenos vinos andaluces en torno a un ruedo mostrador profanando la elegancia del salón del Carlton, o en el Ercilla, antigua sede local del GAL, rodeados de balduretas, folklóricas y los bufones de la villa con policías y guardias civiles adictos a la fiesta, todo ello envuelto en un ambiente de españolismo reaccionario, asfixiante con el PP y el PSOE en pleno de comparsas. Luego saldrán fotografiados en los periódicos animadores de la animalada, El Correo y Deia, aunque el concepto de animales quizá sea más extenso de los que están en el ruedo y podría referirse a los que se regocijan contemplándolo.

En medio de la muchedumbre acudirán para dejarse ver en la Aste Nagusia como políticos cercanos, campechanos, quizá sin la corbata y en mangas largas de camisa, son los grandes días del PNV, empezando por la estirpe local, cargos de (in)cultura, vicelehendakari primero y consejero de Seguridad, otros exconsejeros, algunos con sus mujeres para mayor brillo populista y compartir la euforia exterminadora.

El desacreditado alcalde Aburto, rehén de la hostelería, que a su apasionamiento tauricida ha añadido el de arboricida, autorizando la tala de 128 olmos en Deusto. Basta ver la enorme pérdida de votos, 17.377 en las recientes elecciones municipales, el 24% respecto de las anteriores debido a su pésima gestión tanto la personal como de su séquito de ineptos concejales, Abaunza, Narbaiza y Olabarria que pasarán a la historia de la villa como la legislatura más nefasta desde la dictadura.

Hay que señalar que en la apología de este terrorismo hacia los toros desde hace semanas están colgadas de las tradicionales farolas de la Ría banderolas con los rostros y nombres de estos asesinos disfrazados de colorines e incluso EuskoTren, la compañía del tranvía de que tienen adheridos en sus laterales las mismas trágicas imágenes. Una vergüenza y degeneración de quienes han admitido esta indecente publicidad.

El periodismo demagogo y adulador, ya citado, defiende esta tragedia e invasiones como el turismo, con la recurrida excusa del impacto económico, el comodín justificativo para todo. También un congreso de especuladores y malhechores diversos, que con otras denominaciones se celebran, atraen beneficios envenenados para los de siempre, el cartel de la hostelería, que con las inmobiliarias son quienes controlan las capitales vascas.

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