Trump: ¿negociación o capitulación?
El inicio de conversaciones de paz entre Estados Unidos y Rusia genera un hilo de esperanza sobre la posibilidad de frenar la matanza en Ucrania. Sin embargo, no podemos lanzar las campanas al vuelo, pues como estamos viendo con Gaza, vivimos momentos de gran tensión e incertidumbre.
La urgencia de Trump para iniciar las negociaciones no surge de factores humanitarios, sino más bien de las reiteradas advertencias, emitidas por expertos militares, como David T. Pine o el coronel Douglas Macgregor, en el sentido de que Ucrania está perdiendo la guerra y de que, si no se para a tiempo, el Ejército ucraniano podría colapsar. Estos llamamientos no son nuevos. En noviembre del 2022, "The New York Times" y CNN informaron de que el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de los EEUU, mantenía un enfrentamiento con la administración demócrata, pues era firme partidario de negociar la paz con Rusia. Da la impresión, de que los intereses de la industria militar y la arrogancia de Biden han metido a EEUU en un callejón sin salida.
Trump ha heredado una situación insostenible: o envía tropas terrestres para contener a Rusia, o inicia unas negociaciones que suenan más a una capitulación que a un proceso de paz. El trumpismo no quiere una guerra mundial contra Rusia, China o Irán, ellos buscan negocios y guerras comerciales. Amenazan con acciones militares y extorsionan a naciones pequeñas como Groenlandia, Panamá o Gaza. Su principal objetivo es recuperar la maltrecha economía norteamericana para frenar el ascenso de China, y para conseguirlo no dudan en atropellar y arruinar a países vecinos o a exsocios como los europeos, cuyos dirigentes contemplan atónitos como son humillados.
El trumpismo se ha distanciado de la visión neoconservadora que ha dominado la política exterior en las últimas décadas, según la cual, Estados Unidos no tenía rival y podía y debía imponer su voluntad al resto del mundo. Pero Marco Rubio, el nuevo secretario de Estado, se expresó claramente en su discurso de investidura, «El orden mundial de posguerra no solo es obsoleto: ahora es un arma utilizada contra nosotros», y remarcó que «nuestra riqueza nunca ha sido ilimitada y nuestro poder nunca ha sido infinito». Así que: ¡Adiós al libre comercio! ¡Adiós a los EEUU como policía mundial! ¡Y viva la rapiña neocolonial!
Por su parte, Rusia ha impuesto que las nuevas negociaciones tomen como base el acuerdo de paz de Estambul del 15 de abril de 2022, actualizado a la nueva realidad territorial. Según David Arajamia, jefe de la delegación de Ucrania, dicho tratado podría haber permitido concluir la guerra en la primavera de 2022, ya que se había logrado un acuerdo al 90% y solo quedaban flecos por discutir.
Sin embargo, Zelenski lo rechazó tras una entrevista con Boris Johnson, quien, por encargo de Biden, instó a Kiev a no firmar nada con Moscú y «limitarse a luchar». Luego llegaron los días infames, donde la prensa occidental se sumergió en una campaña propagandística ensalzando a un régimen sanguinario, dispuesto a entregar hasta la última gota de sangre del pueblo ucraniano.
En Euskal Herria, el antimilitarismo viene denunciando que este conflicto es brutal e injusto. Hemos condenado el ataque ruso que ha provocado la muerte de cientos de miles de personas y hemos denunciado el expansionismo de la OTAN que lo ha provocado y alargado. Igualmente, denunciamos que es una guerra absurda para los intereses del pueblo. Si Biden, en diciembre de 2021, hubiese aceptado que Ucrania se transformara en una nación neutral como Austria, se habría podido evitar el conflicto. Si en abril de 2022 se hubiese implementado el acuerdo de Estambul o si en noviembre se hubiese hecho caso al general Mark Milley, se podía haber detenido la guerra y el pueblo ucraniano se habría librado de este reguero de muerte y destrucción. Por estas razones, hemos rechazado la entrega de armas y hemos exigido un alto el fuego inmediato desde el comienzo del conflicto.
Como era de esperar, la guerra ha impactado negativamente en la sociedad europea y en sus instituciones, fomentando las ideologías de extrema derecha, el belicismo, el racismo, el machismo y el neofascismo. Hoy, toda la Unión Europea vive una creciente militarización que tiene consecuencias en Euskal Herria. Así, el foro empresarial Zedarriak, con el apoyo del consejero de Industria, Mikel Jauregi, llama a apostar por el desarrollo de la industria militar como gran negocio de futuro. Esta es una posición éticamente impresentable.
Es evidente que el conflicto de Ucrania y el ascenso al poder de Donald Trump abren una crisis en la UE y en la OTAN. El antimilitarismo, el sindicalismo y la izquierda europea tenemos la tarea urgente de presentar un proyecto alternativo a la carrera armamentística. La tarea no es fácil, pero es indispensable. Necesitamos presentar a la sociedad una propuesta de coexistencia pacífica con Rusia, fundamentada en el desarme mutuo, la desnuclearización y la neutralidad europea, siendo crucial poner fin a la OTAN y a la presencia militar de Estados Unidos en Europa. Este debate es crucial para nuestro futuro.
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