Isidoro Berdié Bueno
Profesor en Ciencias de la Educación, Doctor en Historia y Doctor en Filología Inglesa

Ubi caritas et amor... euskaldunes, ¡SOS!

La historia nos dice que los políticos no arreglan nada, al igual que los abogados, los médicos y los profesores etc. tienen razón de ser con la deficiencia, con el desarreglo y con la ignorancia, por eso necesitamos una figura que existía en la Edad Media, que no era ni los políticos ni el Rey, era una persona del pueblo, un «homo bonus», un hombre bueno, de buenos sentimientos y de fiar.

«Ubi Caritas et Amor Deus ibi est», donde hay caridad y amor allí está Dios (la Biblia), texto que asume el anarquista cristiano y escritor ruso León Tolstoi (Bog est liubov). Cuando sucedió la masacre de las Torres Gemelas amén de otros edificios que no se mencionan ni mucho menos se computan sus bajas (algunos pensamos que oscilarán sobre las ciento cincuenta mil), muchos vascos, guiados por el altruismo, se acercaron a los hospitales americanos a donar sangre con Rh– (Rh negativo), pues cualquier antropólogo no contagiado por la política sabe que los vascos en su mayoría, además de esa cualidad en la sangre, son braquicéfalos (cabeza con forma cuadrada), como también lo fue la primera cultura que apareció en la Tierra, la cultura de Sumer en Mesopotamia, frente a los dolicocéfalos (cabeza en forma de óvalo) como lo fueron sus sucesores del imperio Acadio. Más tarde, al fusionarse, imperio sumerio acadio (Barandiaran).

Esa misma generosidad y altruismo de vascos a título individual, escanciada cual zumo de fruta, refrescante y vitaminado, recién exprimido, para con los damnificados del cruel y reprobable asesinato de las torres gemelas, son ahora requeridos para que el conflicto que enfrenta a palestinos y judíos cese, favorezcan y propicien el entendimiento entre ambos, que son hermanos, mediante el diálogo, «hands off» y «fuck off» (a tomar por...) las potencias involucradas en mantener esa guerra, y no aceptamos que las aguas del rio Jordán, donde el judío Jesús, Dios de los cristianos fue bautizado por Juan el Bautista, vayan teñidas de color rojo por la sangre derramada. Euskaldunes, ¡SOS!

La historia nos dice que los políticos no arreglan nada, al igual que los abogados, los médicos y los profesores etc. tienen razón de ser con la deficiencia, con el desarreglo y con la ignorancia, por eso necesitamos una figura que existía en la Edad Media, que no era ni los políticos ni el Rey, era una persona del pueblo, un «homo bonus», un hombre bueno, de buenos sentimientos y de fiar. Ese es el pueblo vasco y en especial la izquierda abertzale. Esta sabe mucho de conflictos, ha convivido con otro gran conflicto, ademas de largo, que ha terminado con la paz de ETA y, superado el frentismo, inicia un nuevo proceso de reconciliación. Euskaldunes, ¡SOS!

Como dice Timna (Sefarad Aragón), lo que en inicio fue una disputa entre palestinos y judíos sobre política y territorios, últimamente se ha introducido el tema religioso en el conflicto, esto no existió en sus inicios, pero ahora sí, ahí está. Obviamente el problema se agrava aún más. Contestando a Timna, hablaremos de la instrumentalización de la religión para conseguir más poder, por parte de los diferentes poderes despóticos de la Humanidad, para llevar a gente sencilla al matadero. Pero atención, ellos no se autoinmolan y no lo hacen porque en el fondo no creen en lo que dicen. La mayoría de caudillos religiosos en la historia no creían pero veían la religión como un útil instrumento de movilización de sus súbditos.

En el tema que nos ocupa hay que decir que cuando se levanta la primera mezquita en Jerusalem hacía más de mil seiscientos años que los judíos habían levantado el templo de Salomón. Un segundo templo, destruido el primero, se levanta en el año 500 a C. Pero en el año 70 d.C., el emperador romano Tito, ante una insurrección seria de los judíos contra el Imperio, Tito incendia de nuevo el templo y a los judíos los manda fuera de sus casas, de sus tierras a todo un pueblo, este maestro de lo que luego haría el soviético «emperador» Stalin. Es lo que se ha llamado la diáspora judía. Esta ha terminado, los judíos vuelven a casa y los antaño vecinos, amén de parientes, simulan no conocerlos. Por ello pedimos, euskaldunes, ¡SOS!

Para agriar más el tema, querida Timna, mil seiscientos años después del primer templo judío, «en el mismo sitio», precisamente en el mismo sitio, otros construyen una mezquita, mezquita por otra parte, dedicada al mismo Dios, el Dios de Adán y Abraham, padre de Ismael (que significa: Dios te ha escuchado) del que provienen los árabes, y de Isaac (el que ríe) del que provienen los judíos. Son hermanos, semitas, sus culturas siamesas, les une más de lo que les separa, pero se matan porque el elemento racional es minoritario (S. Hawking). La Kaaba es una roca negra meteorítica erigida por Adán para dar culto a Dios, Jehová o Allah, indistintamente, la misma idea con diferente concepto, el mismo Dios con distinto nombre. Es restaurada siglos más tarde por Abraham (Ibrahim) y su hijo Ismael, para consagrarla como casa de Dios.

En la antigua Roma existía la «Pax deorum», la paz de los dioses, que consistía en una armonía o acuerdo entre los hombres y los dioses para beneficio mutuo, e indispensable para el bien estar y buen funcionamiento del Estado. Porque todos los templos obedecen a una misma fe y esperanza humana de salvación, por ende, deberían ser ecuménicos y abiertos a todas las confesiones religiosas, todos pertenecemos al tronco común de la Humanidad, tan solo varían las liturgias. En un mismo templo, debería poder oficiarse tanto una misa cristiana, como una lectura Bíblica o una oración coránica, de ese modo habríamos llegado a esa «pax deorum», a esa armonía entre los hombres y los dioses.

Por el camino que vamos, pronto veremos los templos vacíos, como locales de mercancías o lugares de ocio. Mi condena sin paliativos a quienes han amenazado y chantajeado al equipo de fútbol argentino que iba a jugar en Israel, y les recuerdo la frase del diario republicano federal de Zaragoza "La República" (1873): «La mancha de sangre no se lava con más sangre, porque si así se hace la mancha no desaparece sino que aumenta y crece». Es la tragedia que conlleva el terror. Por eso, euskaldunes, ¡SOS!

Así, entretanto la anciana Tierra Santa, o Tierra de la Paz, para los cristianos, sagrada tanto para judíos como para musulmanes, los primeros tienen restos de dos templos en la llamada Explanada, los segundos una mezquita, llora sin consuelo, y se ve obligada a vestir luto permanente porque sus hijos, judíos y palestinos, que con toda ilusión puso un día en el mundo, prematuramente los está recibiendo en su seno, sin vida, destrozados, muertos. Cuando los criaba soñaba que un día se tratarían como buenos hermanos, unos serían ingenieros, otros albañiles, otros sindicalistas o políticos, que gastarían sus energías en incrementar el patrimonio recibido, en mejorar la naturaleza, en investigar, amar y procrear, pero esos hijos se han ofuscado y el potencial de vida, inteligencia y trabajo que la madre común un día les entregó, lo dedican para talar, masacrar y destruir, desintegrar en vez de unir. En sus calles suenan las pistolas, brilla agresivo el alfanje y estallan las bombas, desde la franja ocupada por Hamas, cada día se lanzan un buen número de misiles a terreno de Israel, sembrando el pánico entre la población, pagándose con sangre delirios revolucionarios. Euskaldunes, ¡SOS!

Pero nadie parece escuchar el llanto de la Tierra Santa, Tierra de la Paz, ni su milenaria sabiduría, y para esta anciana Tierra, como madre, tanto las victimas de un lado como del otro son sus hijos, que estúpidamente están siendo sacrificadas a un dios pagano, porque ni Jehová ni Allah, el mismo Dios, exige de sus hijos sacrificios humanos. Y Tierra Santa llora y lo hace sin consuelo, es el vacío de sus hijos que ya no existen y de cuántos más tendrán que dejar de existir.

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