Josep Miralles Climent
Historiador

Un payaso por la independencia de Tabarnia

Deje a la Cataluña profunda, atrasada, reaccionaria, foralista, rural y pobre, que se libere de ese peso muerto que representan todas las Tabarnias que en el mundo han sido, que viven a costa del campo y de los empobrecidos.

Hay que tomarse la vida con humor, como le gusta a Boadella. No veo que los independentistas catalanes deban enfadarse porque ese payaso –como él mismo se autodefine– esté dispuesto a proclamar la independencia de Tabarnia en caso de que Cataluña se independice de España.

A mí me parecen perfectas todas las independencias y autodeterminaciones: la independencia es un fin no sólo legítimo, sino conveniente y admirable (justo y necesario como dicen en misa no sólo los curas indepes). Se dice que España ganó una guerra de independencia (aunque fueron las Españas –que no España– que, por fortuna, todavía seguía bastante disgregada); las colonias se independizaron; los imperios se desmembraron y todo se volvía a ir atomizando hasta que la maldita globalización liberal-capitalista reinició el proceso de aglutinación del mundo mundial donde los capitales fluyen pero a ciertas personas no se las deja fluir. Boadella no tuvo ese problema: fluyó, fluyó y fluyó… de Cataluña a una España, que es más «Grande», «Libre» y «Una», como la España franquista, la de aquel enano de otro circo.

Pero claro, la ya famosa Tabarnia (que parece se ha hecho vírica en la red), adolece de lo que siempre se ha acusado a los catalanes indepes: que se querían independizar porque eran más ricos. Ahora vemos que los catalanes más ricos no son todos, sino solo los de Tabarnia. La Cataluña profunda, la Cataluña rural tradicional, la que antaño era carlista y hoy es independentista, sigue más pobre, pero más digna (espero). Y más rebelde.

Los urbanitas de las geografías como Tabarnia, siempre fueron más progres, más liberales, más republicanos, más centralistas, más constitucionalistas y más unionistas… como Boadella. Un Boadella que saltándose la legalidad de la democracia en flor y constitucional –que ahora defiende– fue perseguido y encarcelado. Entonces tuvo una solidaridad en Cataluña que ahora niega a los nuevos encarcelados y exiliados de su propio país porque, dicen, se han saltado la legalidad; ahora, Boadella está con los carceleros; ya no le gusta hacer el payaso… en la cárcel… ni en el exilio. Boadella, el que otrora fue tan admirado por los progres urbanitas, se ha aburguesado, como sus propios «camaradas» del circo de la opulenta Tabarnia.

Pues mire usted –como diría Aznar– váyase señor Tabarnia, (perdón, señor Boadella). Váyase con su país independiente, con su riqueza, con su desarrollo económico, con su crecimiento; con todo eso que parece que quieren tirios y troyanos en todas partes. Y deje a la Cataluña profunda, atrasada, reaccionaria, foralista, rural y pobre, que se libere de ese peso muerto que representan todas las Tabarnias que en el mundo han sido, que viven a costa del campo y de los empobrecidos. Desarróllense y crezcan hasta reventar en un nuevo Big Bang que es lo que a la postre representan esas políticas «progresistas» de la modernidad que personifican los globalizadores. Basta ya de identificar lo urbano, lo rico y lo consumista con el progreso; y lo rural, lo tradicional, la pobreza y la austeridad con el atraso. Puede que en no demasiados años, ese progreso nos lleve a todos a la hecatombe y tengamos que vivir en pequeñas Cataluñas profundas, de los alimentos materiales y espirituales que nos proporcionen la tierra y los animales –racionales y no racionales– más cercanos a nosotros y podamos gozar así de una independencia total.

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