Mireia Zarate, Iratxe Esnaola, Gorka Espiau*

Unidad para acometer los retos futuros

Hoy volvemos a reunirnos aquí en esta iniciativa unitaria que Batera puso en marcha durante la pandemia, aquel terrible suceso tan reciente todavía y ya casi olvidado. Ha pasado un año desde que, en contra de los principios y bases internacionales, Rusia atacó a Ucrania, volviendo a desatar la guerra en Europa. También hemos visto que lo que hasta ahora eran fenómenos que podrían ocurrir en el futuro, ya son inevitables y lo único que podemos hacer es amoldarnos a sus consecuencias y debatir sobre qué políticas debemos implementar y qué cambios tenemos que introducir en nuestro modo de vida. Los acontecimientos se suceden a toda velocidad en este primer cuarto del siglo XXI próximo a cumplirse.

Telesforo Monzón dijo una vez: «Tomémonos un instante y miremos alrededor; tenemos que saber de dónde venimos, y también a dónde vamos».

Afortunadamente, cuando parecía que lo estábamos olvidando, la mano de Irulegi nos ha recordado de dónde venimos. Al igual que lo han hecho las excavaciones de Amaiur y su 500 aniversario, o el centenario de Emakume Abertzale Batza… Existimos y estamos hoy aquí gracias a todas las generaciones que nos han precedido.

Todos esos acontecimientos nos recuerdan que somos el último eslabón de una cadena que nunca se ha roto y a la que darán continuidad los nuevos eslabones que se le irán añadiendo en el futuro. Pero, hoy y aquí, la responsabilidad histórica de que la cadena no se rompa es nuestra, de nuestra sociedad, y de nadie más. Y para llevar esa carga de la historia son necesarias las espaldas de toda la ciudadanía vasca, porque, como decía Xabier Lete, las aguas del mar son profundas para quienes quieren sumergirse en ellas, y los trabajos de nuestro pueblo son grandes, duros y pesados para quienes están divididos.

Tenemos que saber de dónde venimos, para decir sin miedo lo que somos: ¡Somos el pueblo vasco, somos Euskal Herria!

Pero no basta con tener claro de dónde venimos. También tenemos que analizar dónde estamos y a dónde vamos. Y, por nuestra parte al menos, sentimos preocupación. El contexto que hemos expuesto le ha planteado y le va a plantear a nuestro pueblo nuevos y colosales retos. Lo único que le puede dar una respuesta positiva a ese contexto es acelerar el pulso de quienes creemos en Euskal Herria. Y no nos engañemos: sin ese corazón habrá cuerpo, pero no será Euskal Herria, sino otra cosa.

Nuestro pueblo se enfrenta a enormes retos. Y, aunque la cadena nunca se ha roto, seguimos muy débiles. Hemos llegado al siglo XXI, y no es poco, pero lo hemos hecho siendo un país dividido, privado de la soberanía a la que aspira y demográficamente envejecido. En consecuencia, nuestro pueblo se ve abocado a acometer los enormes retos del siglo XXI sin Estado, dividido y minorizado como nación. El reto del clima, el desarrollo exponencial de las tecnologías y la profunda transformación que están provocando en toda la sociedad, el reto de los cambios demográficos, la transformación del orden global... Todos esos desafíos, que son enormes para cualquier nación, para la nuestra son colosales. No olvidemos que somos un viejo y pequeño pueblo que no es libre y cuyo futuro no está asegurado.

Por lo tanto, entre todas y todas tenemos que acordar dónde estamos y, sobre todo, a dónde queremos ir. Para pueblos pequeños como el nuestro, la unidad en cuestiones fundamentales es indispensable, y la división es un lujo que no nos podemos permitir. Este contexto histórico nos obliga a trabajar esa unidad, y los cambios habidos en los últimos años han creado las condiciones para ello. Es el momento de la unidad entre quienes creemos en Euskal Herria. Y el Aberri Eguna tiene que ser eso: una llamada a la unidad desde la diferencia. Unidad para acometer los retos que se nos plantean como pueblo. Unidad para asegurar nuestro futuro. Unidad para construir una sociedad paritaria y avanzada, con la solidaridad y la cohesión social como eje. Unidad para fortalecer el latido de este pueblo. Unidad para que la ciudadanía vasca decida cómo será el futuro de Euskal Herria, para que la ciudadanía vasca, en su diversidad, tenga plena capacidad de decisión.

Entre todas y todos, desde el respeto a las diferencias, tenemos que construir el suelo común mínimo que este pueblo necesita para afrontar los retos del siglo XXI. No será fácil, ¿pero nuestro pueblo alguna vez ha tenido fácil su supervivencia? Unidos y unidas somos, y tenemos fuerza.

*Firmantes: Mireia Zarate (presidenta de la fundación Sabino Arana), Iratxe Esnaola (presidenta de la Fundación Olaso Dorrea), Gorka Espiau (director del Agirre Lehendakaria Center), Naiara Goia (directora del Laboratorio de Innovación Social Arantzazulab), Carlos Etchepare (periodista miembro del grupo promotor de EH Batera), Maria Elena Etcheverry (Integrante de Ekin Argitaletxea –Argentina–) y Eguzki Urteaga (presidente de Eusko Ikaskuntza Iparralde)

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