Jose María Pérez Bustero

Vecindad y diversidad vascas

Tras las elecciones autonómicas del 21 de abril en tres provincias viene a la mente el conjunto de las tierras vascas: Navarra, Gipuzkoa, Bizkaia, Araba, Lapurdi, Benafarroa, Zuberoa, que en su día eran llamadas por los romanos tribu de los vascones.

Es sugestivo recordar que durante un tiempo se habló de la etnia vasca, teniendo en cuenta sus costumbres, su geografía, su lengua no derivada del latín. Sabino Arana resaltó incluso el apelativo de raza vasca. Pero junto a esas elucubraciones hay un hecho históricamente importante para los vascos: la puesta en marcha del reino de Castilla/León con regentes que tenían especial ansia de poder. Y el año 1200 incorporaron a su reino las actuales Álava, Bizkaia, Gipuzkoa. No terminó en ello la ambición castellana. La monarquía seguía con la ambición de incorporar Navarra bajo su poder. Y el año 1512, durante el reinado de Fernando el Católico, la conquistaron bajo el mando del Duque de Alba.

¿Qué sucedió al otro lado de los Pirineos? Es preciso ir siglos más tarde. Cuando sobrevino la revolución francesa (años 1852-1870) el gobierno de París decidió unificar formas de ser e ideologías en los pobladores. Y presionó a las gentes de Iparralde para que hablaran francés. En esa decisión forzó la deportación de unos 3.000 vascos, provocando un alto porcentaje de muertos.

Volviendo a la Península Ibérica, ¿qué actitud mostraban los políticos en la época moderna? La de insistir en una ideología que generara la unificación de las gentes. Por citar a los partidos más importantes hay que recordar que el partido Socialista afirmaba de la estructura política peninsular que generaba una sociedad libre, igualitaria, solidaria. Sin mirar de cerca, al parecer. El partido Popular, por su parte, subrayaba la existente libertad de iniciativas en los individuos, sin tener en cuenta las peculiaridades regionales. Según ellos, los derechos y libertades de las personas no corrían peligro.

Ya en los tiempos actuales hay que citar un hecho que pone en evidencia la diversidad de las gentes, sin que ello implique la ruptura social: que la mitad de la población que habita las tierras vascas está compuesta por personas llegadas de fuera, y por hijos de ellas. ¿Qué son el conjunto de los habitantes? Son labradores, pastores, obreros de talleres y fábricas, dueños de tiendas, promotores de la industria. Como sucedía en los procesos de las demás regiones. En todo ellas la capacidad de vecindad convive con la diversidad en los habitantes.

Dentro de estas consideraciones es importante volver la atención a la vida y situación de las mujeres. Partiendo de un hecho vergonzoso. ¿Cuál? Que en la perspectiva sexual transmitida por las religiones y usanzas, el hombre ha sido visto como sujeto principal de la sociedad y la mujer como dependiente y subordinada a él. La misma Biblia expone que Dios creó al hombre y que de una costilla de él hizo a la mujer. De hecho los historiadores indican siglo tras siglo como personajes a tener en cuenta a reyes, emperadores, colonizadores. Machos. ¿No asoma alguna mujer? Simples esposas o herederas de alguno de ellos.

Vamos al siglo XVIII. Por esa época empezó en Europa la que llaman revolución industrial que originó amplias transformaciones económicas, culturales y tecnológicas. Y sobrevino la llamada Revolución francesa, que originó una nueva fase histórica. ¿Cambió la perspectiva sobre la mujer? En modo alguno. Ahí tenemos el llamado «Código de Napoleón», de 1804, que promovía los conceptos de libertad, igualdad, fraternidad. Pero en modo alguno incluía a las mujeres como beneficiarias. Seguían supeditadas a los maridos.

En todo caso, con esas ideologías delante surgieron mujeres que demandaron un replanteamiento ideológico y social. Y expresaron la nueva perspectiva de que se nace mujer encajada en casa, sumisa a los hombres y apartada de las grandes decisiones socio políticas. Pero ¿por qué? No por la naturaleza, sino porque la forzaban a ello los machos y su sistema.

Precisamente esas mujeres generaron un movimiento feminista que buscaba un proyecto de igualdad, y que supuso un profundo pinchazo en la mentalidad machista. Tanto que el 8 de marzo de 1910 se proclamó el «día de la mujer trabajadora». Pero dicho apelativo se refería a las que trabajaban en empresas, sin mencionar a las mujeres envueltas en sus quehaceres domésticos.

En todo caso, cuando implicados directamente en ellas, se recurrió a las mujeres para ocupar los espacios que surgieron las dos guerras mundiales del siglo XX. Al haber un alto porcentaje de hombres habían quedado huecos en el ámbito industrial. Y se produjo una revaloración de las mujeres.

En el Estado español hubo un gobierno republicano entre los años 1931 y 1932, que dio un paso importante: declaró que la mujer poseía la misma igualdad jurídica que el hombre. Y que, por ello, tenía el derecho a votar en las elecciones, y también a divorciarse si no aguantaba su situación matrimonial.

Pero sobrevino el gobierno de Franco, y puso en marcha un tremendo retroceso, pues asignó como propio de la mujer el ámbito doméstico

Sin embargo, al paso de los años se fue creando una situación nueva: hombres y mujeres trabajaban juntos en empresas de todo tipo. Y además, iban juntos a manifestaciones públicas reclamando derechos ciudadanos. Con ello, se da la perspectiva de que la calle es lugar de encuentro y coloquio entre hombres y mujeres.

Y actualmente las mujeres toman parte en la responsabilidad de gobiernos municipales, regionales o centrales, en el sistema policial municipal o regional, en las prácticas del deporte, como baloncesto, tenis, frontón, fútbol, carreras pedestres, golf, natación, patinaje, hockey...

Ese contacto abre un camino esencial: se entiende mejor lo qué es el proceso, las perspectivas, los deseos del otro y de la otra. Y se hace más auténtica la perspectiva sexual. La homosexualidad, el lesbianismo, el machismo... son realidades acogidas como situaciones corrientes.

Desde luego, los porcentajes de mujeres en la dirección de empresas, en las tareas municipales, en los cargos públicos muestran cada vez están más unidos los hombres y las mujeres. Diferencias en caderas, hombros, tripas, pero unidos en las perspectivas sociales. El 8 de marzo, aunque denominado el día de la mujer, estimula la nueva relación de amigos, confidentes, socios de ideas y tareas entre mujeres y hombres.

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