Esteban Serrano

¿Veraneofobia en Uribe Kosta?



Ni Uribe Kosta es la Costa Brava, ni nuestro modelo turístico es el de Barcelona, Magaluf o Palma, pero poco tiene que envidiar en cuanto a la miseria que acarrea a sus vecinos.



El debate que estos días Ernai y Arran han conseguido poner encima de la mesa sobre el turismo masivo, y que los medios tratan de evitar creando términos como el de turismofobia, me ha hecho preguntarme en que medida se parece el modelo turístico de Donostia o Barcelona al de Plentzia o Gorliz. Aunque el modelo del que gozan, o mejor dicho sufren, nuestros pueblos sea muy distinto al de estas ciudades, tiene la misma base; la especulación y la precariedad.



En Plentzia no tenemos empresas multinacionales de comida basura haciendo contratos a media jornada por 400 euros, pero tenemos jóvenes cortando pollos o sirviendo copas 60 horas semanales de las que cotizan 20, si es que cotizan alguna, por unos 1.000 euros al mes. En Gorliz no tenemos hoteles que paguen euro y medio por cada habitación limpiada, pero tenemos mujeres sacando brillo a los muebles, que llevaban todo el invierno cogiendo polvo, por 3 euros la hora y sin contrato. Los guiris no nos vomitan en el portal de casa, pero tenemos un pinar minado de pirrileras postparrillada. No tenemos apartamentos en alquiler por 150 euros diarios en Airbnb, pero tenemos pisos de 70 metros cuadrados en alquiler a 3.000 euros mensuales en verano. No tenemos colas de japoneses que dan la vuelta a la manzana, pero las caravanas de coches llenos de domingueros llegan hasta Sopela cada fin de semana. En nuestra noble villa no tenemos monumentos artísticos deteriorados por las masas, pero tenemos una preciosa playa de la que difícilmente podemos disfrutar a no ser que seas de los que les gusta jugar al tetris con las toallas. Aquí los padres y madres no se tienen que preocupar por que sus hijos vean a los ingleses rompiendo mobiliario urbano al borde del coma etílico, pero tenemos quien se permite pagar 18.000 euros, además de la cuota anual, por dejarlos en un club privado a pie de playa a cargo de jóvenes trabajadores con sueldos inferiores a 800 euros, trabajando a jornada completa. Al igual que la juventud donostiarra o barcelonesa se tiene que marchar de sus barrios la de Plentzia-Gorliz se ve abocada a marchar a otros pueblos si es que quiere independizarse, mientras más de 1.000 viviendas, el 15% del total, siguen vacías durante todo el año y hasta el 40% en invierno. Por si fuera poco, esta situación no evita que se sigan construyendo decenas de chalets en los pocos metros cuadrados que todavía no están cubiertos de hormigón en Gorliz.



Ni Uribe Kosta es la Costa Brava, ni nuestro modelo turístico es el de Barcelona, Magaluf o Palma, pero poco tiene que envidiar en cuanto a la miseria que acarrea a sus vecinos.



Lo de inventar el palabro «veraneofobia» para definir el cuestionamiento de nuestro modelo de pueblo lo dejo para otro día. Aunque, realmente no creo que merezca la pena dedicarle demasiado tiempo al análisis de la prostitución del lenguaje cuando llevan años llamándole creación de riqueza a la especulación, generación de empleo a la precariedad laboral o ataque a cualquier tipo de protesta.

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