Larraitz Ugarte
Abogada

Verano a la vasca

Parece que el verano va tranquilo, pero claro, algunos no saben disfrutar de la paz y el sosiego y me temo que pronto empezaremos el típico veranito a la vasca.

En vísperas de recibir mi segunda dosis de Pfizer compruebo que hace que me sienta bien ser por una vez de la corriente mayoritaria. Eso de ser ciudadana ejemplar y acudir a vacunarme cuándo y dónde me indica un sms me reconforta. Aunque, ahora que lo pienso, hago eso mismo con mis obligaciones tributarias, con las normas de tráfico o cuando reciclo todo lo debido... Quizá debería decir que esto mejora mi autopercepción, aunque luego me salgan sarpullidos, se me hiele la sangre y me de una trombo o yo qué sé qué más cosas que se leen por ahí... Pero lo importante es sentirse parte de una comunidad y yo, vacunándome me siento así por lo que incluso a lo mejor consigo disfrutar mi segundo pinchazo y puede que hasta le sonría a la amable enfermera que me clavará su aguja no sin cierto placer...

Tras esperar los quince minutos de rigor saldré pitando a trabajar, en plena tarde de julio (menos mal que predicen lluvias y temperaturas frescas) y refunfuñando, porque hay mucha gente, más de la que me imaginaba la verdad, que disfruta de un verano larguísimo mientras yo soy de las que me tengo que conformar con tres semanitas escasas en agosto. En lo que va de verano sólo he conseguido bañarme una única vez en un pozo alavés congelado. Y claro, la envidia es traicionera y saca tu peor versión. En definitiva, que pondría a trabajar a todo el mundo ipso facto. ¿Qué es eso de que exista tanta diferencia de condiciones laborales entre el sector público y el privado?

Pienso mucho en ello últimamente. Oigo a mi alrededor voces que quieren conseguir trabajos cómodos, con muchas vacaciones y buenos horarios, que les permitan «vivir sin estar todo el día trabajando» y, por supuesto, con salarios elevados. Y todo es tan progre y guay en comparación con aquel lema nazi de «el trabajo os hará libres» que una no se atreve a abrir la boca, pero kontxo, yo creo en el compromiso con el trabajo, en la cultura del esfuerzo, en lo de ser parte de la comunidad, de lo colectivo... (ya noto los dardos sobre mis espaldas)... y veo en mi entorno que es difícil encontrar gente dispuesta a trabajar en la hostelería o el comercio con peores horarios y condiciones retributivas... sí, así es, y eso hace que, poco a poco, nuestras calles y ciudades vayan cambiando su forma y con ella, nuestra forma de socializarnos... Esto también es Euskal Herria.

Mientras, estos días nos hemos podido emocionar al ver los abrazos de alegría, el resultado de la lucha de los trabajadores de Tubacex. Zorionak, eso sí que da subidón y es una lección de humildad, compromiso y colectividad frente al yo-mi-me. Ni el portavoz del Gobierno Vasco ha conseguido empañar la euforia generalizada al salir sin perder el tiempo a pedir diálogo a las partes, preocupado por el futuro de la empresa (del accionariado, se entiende) de una manera que nunca ha estado por los trabajadores... a destiempo.

El mismo destiempo con que el Gobierno Vasco ha aprobado una ley antipandemia cuando estamos saliendo de ella. Dicen que para futuras pandemias. Es que es de risa. Y, además, gente tan reputada en el mundo jurídico como Juan Luis Ibarra, expresidente del TSJPV, dicen que técnicamente deja mucho que desear, vamos que es una chapucilla. Es lo que pasa cuando quieres fingir que estás haciendo algo eficaz sin tener atribuciones sustanciales para ello: el ridículo.

Para lo que sí parece tener atribuciones el Gobierno Vasco es para adjudicar contratos con destinatarios preestablecidos tal y como han destapado esta semana dos parlamentarios de EH Bildu. El consejero Arriola (sí, el mismo de Zaldibar y los socavones de metro...) tiene un nuevo flanco al que ha tardado más de veinticuatro horas en responder... Y es que es realmente difícil explicar cómo es posible que una licitación cuyo lema es «contrato Sener» acaba siendo adjudicado a... Sener. Este verano parece que el político armero sudará más que los que lo hacemos únicamente por el calor.

Quitando esto, parece que el verano va tranquilo, pero claro, algunos no saben disfrutar de la paz y el sosiego y me temo que pronto empezaremos el típico veranito a la vasca, y no me refiero a que estará regada de sirimiri, sino de que algún periodista intrépido ya se encargará, huyendo del aburrimiento, de convertir cualquier cosa en el culebrón del verano, lo mismo da un cartel que una discusión de bar. Sería un reto colectivo interesante en una época pobre en noticias hacer del periodismo un acto creativo serio en vez de una persecución política de sectores determinados. En setiembre lo comprobaremos.

Claro, digo que el verano ha comenzado tranquilo pero es que, entre el Tour y la Eurocopa, la gente anda distraída. Menos mal que tenemos fútbol... y menos mal que España ha perdido. Realmente me preocupé en el 2010 cuando ganó el mundial porque, como se sabe, cuando gana el país de uno el orgullo patrio crece un montón de puntos... (y para colmo Fernando Alonso quedó subcampeón de Formula 1). Eso sí que era alegría y jolgorio español. Los españoles los primeros del mundo... y niños vascos pidiendo camisetas de la selección española. Eso sí que era preocupante... A propósito de lo patrio, y de que nos intenten convencer de que el sentimiento nacional vasco baja enteros, oír los gritos de alegría que salían de las casas cercanas a la mía cada vez que Italia marcaba un gol ayudan a relativizar tanta fría estadística. ¡Gracias a Italia, resulta que va a ser un gran verano! Eso es lo que os deseo a todos y todas los que me seguís mensualmente: un gran verano para descansar y disfrutar. Nos volveremos a encontrar en setiembre.

Buscar