Horacio Duque
Activista de derechos humanos en Colombia

Víctimas y generales en la Mesa de Paz de La Habana

El proceso de paz que adelanta el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos, mediante diálogos con las FARC en la Mesa de La Habana, ya completa casi 40 meses de trabajo intenso y responsable. Sus resultados han sido trascendentales constituyendo los avances más efectivos en el objetivo central de terminar la prolongada guerra, que por más de 50 años ha destruido la nación y la sociedad colombiana.

Los «consensos suficientes» alcanzados en materia de reforma agraria, participación política, erradicación de cultivos de coca y víctimas son históricos. Jamás en situaciones anteriores, como en los diálogos de la Uribe, Tlaxcala, Caracas y el Caguán, los avances de las conversaciones presentaron desarrollos como los que se están registrando en la actualidad en la capital cubana.

Desde luego, no se debe olvidar que por un principio establecido en el Acuerdo especial firmado desde Octubre del 2012, «nada está acordado hasta que todo este acordado»; sin embargo, el actual proceso se ha ido consolidando de tal manera que a estas alturas no tiene reversa y el conocimiento y destrezas acumulados tanto por el gobierno como por los delegados guerrilleros permiten sugerir que los problemas que sobrevengan no serán insuperables. Ya tenemos una epistemología de la paz con mucho desarrollo y alcance que supera los bloqueos mentales de la ultraderecha fascista del uribismo, a la que solo se le ocurre la violencia y la sangre como forma de gobierno y control de la sociedad. Colombia está superando esta visión retrógrada, es lo que explica el aislamiento político del Centro Democrático, desde luego la creatividad e iniciativa que está demostrando el presidente Juan Manuel Santos para avanzar sin pausa, sin vacilaciones y con mucha imaginación en la superación de los escollos registrados, como la reciente ofensiva de los frentes guerrilleros, que tiene su explicación, mas no justificación, en el hecho de adelantar una negociación en medio del conflicto.

Si el balance del Gobierno del presidente J. M. Santos nos entrega la paz como bien absoluto, será suficiente para reconocerlo como el más importante en la historia moderna de Colombia y en la proyección de su futuro a lo largo de los próximos años.


Dos hechos de los días recientes han vuelto irreversible el proceso de paz. Me refiero al tema de las víctimas y al del fin del conflicto. Abordémoslos en su orden.

El aspecto de las víctimas ha sido objeto de mucha manipulación mediática y emocional por la ultraderecha fascista para erosionar y deslegitimar la Mesa de La Habana. Muchas mentiras se han dicho, especialmente en los debates electorales recientes, al respecto y ciertos análisis con apariencia científica han sesgado los enfoques para manipular a la opinión pública. Toda esa basura se ha venido al suelo por cuenta de los eventos recientes. Los foros de las víctimas organizados con ecuanimidad por las Naciones Unidas y el Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional han sido escenarios de debate y deliberación sobre las causas de la violencia y sus terribles consecuencias. La Unión Patriótica ha podido visibilizar el exterminio de más de 5.000 integrantes de sus filas, realizado por agentes estatales y grupos paramilitares; los desplazados por las autodefensas han rendido su testimonio; y los afectados por secuestros han dado su versión sobre este repudiable crimen. Todos los sectores afectados por la violencia y la guerra han expresado sus sentimientos y opiniones en estos foros. Su amplitud ha sido generosa, tanto que hasta los delegados nazis de los señores Uribe y Ordóñez se han infiltrado para intentar dañar las reuniones, como claramente lo vimos por los medios televisivos con el sujeto neonazi que intentó agredir a las mujeres víctimas del ultraje paramilitar.

El encuentro de las víctimas de la guerra con los delegados de las Farc en La Habana fue estremecedor y contundente. Hay una firme decisión para que se conozca la verdad, se dé la reparación, el perdón y la justicia. El mensaje de Constanza Turbay y de las otras víctimas, como los familiares de los diputados del Valle, ha sido potentísimo, la nación no quiere más guerra, ni odios, ni venganzas, quiere el perdón y la reconciliación. Quiere la paz.

La Comisión de la Verdad, integrada por distinguidos académicos y científicos, profundos conocedores de los problemas de la violencia y sus consecuencias, se suma a las acciones sobre este tema y sus estudios y documentos serán de gran valor para esclarecer las responsabilidades y autorías de esta guerra infame contra la sociedad colombiana.


La visita de los altos oficiales del Ejército a la Mesa de La Habana es un salto histórico. Ocurre en el marco de los debates del punto tercero de la Agenda de paz que se refiere al Fin del conflicto, que es un proceso integral y simultáneo que implica:

a.- Cese al fuego y de hostilidades, bilateral y definitivo.

b.- Dejación de armas. Reincorporación de las FARC-EP a la vida civil –en lo económico, lo social y lo político–, de acuerdo a sus intereses.

c.- El Gobierno Nacional coordinará la revisión de la situación de las personas privadas, procesadas o condenadas por pertenecer o colaborar con las FARC-EP.

d.- En forma paralela, el Gobierno Nacional intensificará el combate para acabar las organizaciones criminales y sus redes de apoyo, incluyendo la lucha contra la corrupción y la impunidad, en particular contra cualquier organización responsable de homicidios y masacres o que atente contra defensores de DDHH, movimientos sociales o movimientos políticos.

f.- El Gobierno nacional revisará y hará las reformas y los ajustes institucionales necesarios para hacer frente a los retos de la construcción de la paz, lo que supone una profunda reforma del Estado en todos los niveles.
g.- Garantías de seguridad.

h. En el marco de lo establecido en el punto quinto (Víctimas) de este acuerdo, se esclarecerá, entre otros, el fenómeno del paramilitarismo y su actual manifestación en las Bandas Criminales que promueven muchos elementos ligados a los cuerpos policiales y militares, lo que hace urgente la depuración de las Fuerzas Armadas, empezando por la cancelación de la nefasta Doctrina Militar de la Seguridad nacional con la que se envenena la conciencia de los soldados, y el fortalecimiento de los controles civiles y ciudadanos sobre el funcionamiento de los aparatos armados para que nunca más se repita lo de los «falsos positivos» del Gobierno de Uribe Vélez, cuando se asesinaron por los militares casi 3.000 mil indefensos ciudadanos, muchos de ellos discapacitados, para presentarlos luego como guerrilleros y poder cobrar millonarias recompensas de manera fraudulenta. Qué vergüenza.

La firma del acuerdo final inicia este proceso, el cual debe desarrollarse en un tiempo prudencial acordado por las partes.

Para abordar los temas del Cese bilateral al fuego y la dejación de las armas, el presidente Juan Manuel Santos ha conformado una Comisión de altos oficiales militares que encabeza el General Javier Alberto Flórez Aristizabal, Jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares, integrada además por los siguientes altos oficiales y funcionarios civiles:

-Coronel del Ejército, Vicente Sarmiento Vargas.
-Coronel del Ejército, Saúl Rojas Huertas.
-Capitán de Fragata, Omar Cortes Reyes.
-Teniente Coronel de la Policía Nacional, Edwin Chavarro Rojas.
-Mayor de la Fuerza Aérea, Rodrigo Mezú Mina.
-Teniente de Navío, Juanita Millán Fernández.
-La directora Jurídica de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, Mónica Cifuentes Osorio.
-El director de Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa, César Restrepo Flórez.
-El Asesor Oficina Alto Comisionado para la Paz, Alejandro Reyes Lozano.

Esta subcomisión está encabezada por los miembros plenipotenciarios de la Delegación del Gobierno de Colombia: el General (r) Jorge Enrique Mora Rangel y el General (r) Óscar Adolfo Naranjo Trujillo.


Todos estos hechos nos permiten afirmar que la paz no tiene reversa. La misma es una realidad y lo que corresponde hacia adelante es construirla con un potente movimiento social que haga realidad los cambios políticos, sociales, económicos, ambientales y culturales que la sociedad requiere.

Ahora el papel de la Sociedad civil es trascendental, en ese sentido estamos promoviendo un Voluntariado nacional de paz al que se vinculen millones de ciudadanos como promotores de la paz y la convivencia. Que centenares de maestros, de jóvenes, de mujeres, de niños, de líderes religiosos, de obispos, de científicos, de empresarios, de campesinos, de obreros, de funcionarios se unan en una gran fuerza de paz para toda Colombia.

© Alai-AmLatina

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