Isidoro Berdié Bueno
Profesor de Ciencias de la Educación, doctor en Historia y Filología Inglesa

Visiones desde mi ventana

La balanza de la Justicia siempre está desnivelada a favor del poder, pleitea contra el Estado y saldrás burlado. Solamente se equilibra la balanza cuando los poderes son equivalentes. Cada cual se enfrente a estos retos y saque sus propias conclusiones.

La claridad es la cortesía de los sabios, al igual que las metáforas son las flores del jardín del lenguaje. Vivimos en el mundo de la mentira y ésta se disfraza en las mil caras de la apariencia, que se enmascaran de la verdad. Muy pocos se percatan de esto, de manera que quien conoce y sabe que es mentira, es consciente que está solo o en minoría. La mentira siempre trae algún beneficio al mentiroso, mientras que la verdad exige serios sacrificios al sabio, incluida la vida.

Si eres listo aceptarás la mentira social para evitar males mayores, como el destierro, prisión, pobreza o muerte, que son los guardianes de la mentira. Todo esto retrata el drama humano, cuya sociedad está basada en la mentira y su cultura en relatos falsos, con los que hace que nos identifiquemos con algo que no es, creando una falsa identidad.

A veces, como en política, el Estado nos exige la entrega de nuestra riqueza y de nuestra vida, nuestra riqueza nos la quita en la paz y la vida en la guerra. Véase la historia. El derecho se ha creado para aplicar la justicia, aunque casi siempre se sigue la ley del más fuerte (Trasímaco), quien casi nunca pisa la cárcel.

La balanza de la Justicia siempre está desnivelada a favor del poder, pleitea contra el Estado y saldrás burlado. Solamente se equilibra la balanza cuando los poderes son equivalentes. Cada cual se enfrente a estos retos y saque sus propias conclusiones. Lo primero que se ve son las apariencias, los disfraces, hay que quitarles la máscara y verles la cara.

A veces la verdad no está a nuestro alcance, ni siquiera asequible para la humanidad en su conjunto. La verdad es un desenmascaramiento, no esperes que venga a ti sin antifaz, una vez quitado éste, aparecerá un rostro desconocido al que habrá que ponerle nombre. La verdad puede ser algo sin forma, un caos permanente que adquiere mil siluetas y que se escapa de nuestra red de conceptos, por lo que habría que esperar generaciones para darle su nombre, exponiéndonos también a que su rostro sea tan horrible como el de la mítica Medusa, que convertía en piedra a todo aquel que le miraba fijamente a los ojos.

Al final siempre reaparecen los clásicos, olvidados por un Ministerio de Educación que vive en la mentira organizada. No se educa para la verdad y no interesa que los que trabajan para el Gobierno sean demasiado listos, sino más bien tonticos que sepan obedecer sin rechistar. No necesitan pensar, simplemente cumplir el reglamento. Si tienes algo que decir o hacer es mejor que te hagas autónomo, donde no tendrás trabas para desarrollar tu imaginación y creatividad.

En caso de que el funcionario no sea «menguado», es mejor que se haga pasar por tal, así no levantará sospecha ni desconfianza sobre sus actos.

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