Javier Orcajada del Castillo

Tiempos de reflexión de Sánchez

El presidente de España tiene entre otras características propias a virtud de la originalidad, pues lo es abandonar sus responsabilidades durante cinco días para «reflexionar». Puede sentirse satisfecho emulando a políticos entre geniales y necesitados de ser vigilados por sus excentricidades. Como Boris Johnson, Donald Trump, Javier Milei o Andreotti...

Su decisión repentina la tomó con una carta  dirigida a la nación en la que exponía una serie de argumentos entre filosóficos y sospechas de miedo escénico  a los poderes fácticos siempre protagonistas, sin una sola pista sobre  cuál sería su decisión: si tornaría a recuperar su responsabilidad o la abandonaba definitivamente. Si buscaba protagonismo, sin duda que lo logró, pues fue noticia inmediata en todas las cadenas mundiales. Al margen del juicio que merezca su extraña decisión, el sistema de responder a la salvaje y destructiva presión que le está sometiendo la oposición desde que es presidente del gobierno, que le niega hasta la legitimidad de su cargo y que está acosando a su familia propagando mentiras que son aceptadas por los jueces como prueba colaborando con la extrema derecha para obligarle a dimitir, están bloqueando la renovación del CGPJ tras más de 5 años en funciones argumentando razones infantiles y sectarias de sus componentes que merecerían ser destituidos por  el Congreso como el titular genuino del poder del pueblo. 

Ha decidido volver a su puesto incentivado  por las manifestaciones callejeras  del PSOE, apareciendo en varios programas de televisión para explicar su decisión con argumentos sentimentales y sin contenido, más allá de proponer planes para rectificar el caos que él ha provocado. Es evidente que no es forma de gobernar un país de 48 millones de habitantes, socio de la CE, miembro de la OTAN, pero con una  población de escasa cultura política. Ahora se recogen los frutos de la Transición que convirtió a los fascistas en demócratas que enfatizan que les corresponde mandar porque ganaron la guerra.

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