Enric Vivanco Fontquerni | Barcelona

14 de julio

La celebración del 14 de julio en París, cuyas imágenes de los soldados avanzando con la misma cadencia hacia el objetivo conseguido no deja de ser el fraude mayúsculo en el que los ciudadanos europeos estamos viviendo. Es insólito que los legionarios franceses custodios de los minerales y del oro en África, que sostienen regímenes políticos que las poblaciones no quieren y que obliga a que muchos prefieran morir y marcharse, que seguir en esta parodia poscolonial. Los aviones, helicópteros y drones que matan con toda impunidad, que sean aclamados por desalmados sin remisión, y que el plato fuerte consista en dibujar banderitas ensangrentadas con sangre de todos por los aviones, son los mismos funcionarios que enervan los barrios de los pobres en las márgenes de las ciudades y la metáfora de dos motos de gendarmes que son incapaces de mantener el equilibrio en las motocicletas y caen en el suelo, representa la ineficacia de la represión a pesar de ser los aristócratas de la pólvora. No puedo participar en la censura de TV3, de no dar el pase de los represores de las urnas como la Guardia Civil, todo un honor desfilando con los carniceros anteriores ya que son los promotores de los movimientos de población por mera supervivencia o por empobrecer a centenares de miles de familias de campesinos en tierras yermas por no facilitarles ningún tipo de ayuda, o por el cultivo intensivo para la exportación en manos de las grandes multinacionales y fondos de inversión. Si estas imágenes se deberían repetir una y otra vez al lado de los náufragos del Mediterráneo, causa y efecto de estas celebraciones abyectas y de engaño hasta el infinito.

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