Víctor Suárez

23-F, otra oportunidad perdida

Históricamente hubo momentos decisivos para cambiar nuestro destino: romanos por  celtíberos, musulmanes contra cristianos, Austrias sustituyendo a Borbones, ilustres afrancesados en vez de lerdos empecinados, Carlistas versus Isabelinos, ciudadanos republicanos frente a súbditos monárquicos, y uno más reciente:

En la misma noche del 23-F, coincidiendo con el golpe militar, ciertos nostálgicos de la dictadura acudieron a los cuarteles para ponerse bajo las órdenes de los golpistas amotinados.  Esos extremistas portaban listas con nombres de vecinos que, por su trayectoria política contraria a la milicia sublevada, resultaban propicios para ser paseados al alba —estilo franquista de exterminio perpetrado durante la dictadura militar—. Muchos fanáticos iban pertrechados con sus armas de caza y la munición precisa para usarla en nuevos crímenes fratricidas.

El esperpento consumado por estos exaltados pervive todavía en la memoria colectiva  de aquellos vecinos que no se significaron, y son hoy, esos terroristas predispuestos a reinstaurar a tiros el totalitarismo, objeto de mofa y ninguneados por sus intenciones torticeras. Pero semejante menosprecio público no es suficiente, al menos no debería serlo para quienes están obligados a velar por la seguridad de todos los ciudadanos y hacer cumplir las leyes.

Ni la Guardia Civil —receptora de esos indeseables dispuestos a matar y armados para hacerlo—, la fiscalía, el juez, ni el Gobierno o la jefatura del Estado tan preocupada ese día por defender su estatus…, ¡nadie! tomó medidas exigiendo responsabilidades por apología del terrorismo o intento de asesinato, al menos a quienes acudieron a las casernas militares armados hasta los dientes. Otros, por  menos, se pudren hoy en las cárceles esperando la justicia, que ni tienen ni hay —como los jóvenes de Alsasua o los Jordis—  Con semejante desidia policial y de la judicatura en sus diferentes estamentos perdimos la oportunidad de frenar a los enemigos de la libertad y el libre albedrío.  

Esos apologetas del golpismo afinan todavía hoy puntería, añorando tiempos mejores.  Sus hijos participan en algaradas, siempre con violencia extrema, nunca con consecuencias penales. Ya digo, en su momento omitimos condenar judicialmente sus actos punibles, inevitablemente se han venido arriba y ahora campan a sus anchas.

Mis datos personales y dirección figuraban en aquellas listas que circularon el 23-F:

«…Escrito está. Tu nombre está ya listo
temblando en un papel…»

¡En fin! Es esta una mera evocación sobre oportunidades perdidas que no deseo concluir con los versos fatídicos de mi correligionario Blas de Otero, y sí con las estrofas animosas de otro comunista: Miguel Hernández, cuando nos advierte respecto a los valientes asesinados por esas hordas al servicio del dictador que:

«…Donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada…»

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