Modou Khadim | Senegalés deportado tras una trampa tendida por el alcalde de Ribaforada

3 de mayo de 2019

El 3 de mayo 2019, el destino cayó sobre mi camino, y tras una cita en el Ayuntamiento de Ribaforada, me esperaban los dos agentes quienes me llevaron a comisaría de Tudela.

Desde este momento, hasta que me metieron en aquel avión, fueron dos días relámpago. No podía hacer nada, llamar a nadie, despedirme de nadie, ni siquiera ir a mi casa y recoger las pocas cosas que tenía. Me sentí como un objeto allí, a la espera, de una orden o una firma, para que hagan su trabajo y me metan en ese vuelo hacia Senegal.

Me comí mucho el coco, viendo el fin de un proyecto de vida que empezó hace unos 20 años, y me llevo a Italia y después a España donde vivía desde hace unos 13 años. Donde me enamoré, me casé con Ana, de Cortés. Pude, a raíz de este matrimonio, tener por primera vez mis papeles porque así lo quiere la ley. Nos separamos y perdí aquellos papeles porque dependían de ella.

Seguía con mi vida, luchando, por mis hijos, vendiendo bolsos en fiestas de los pueblos de la Ribera, para poder pagar la habitación donde descansaba y mandarles algo de dinero de vez en cuando al país. O también madrugar en el campo para cosechar o plantar, brócoli, coliflor, lo que tocaba, y mal pagado, por no tener papeles. No podía optar a más.

Los primeros momentos de pisar el suelo en Senegal, me di cuenta de que no iba a ser como las últimas veces cuando volvía para vacaciones. Viajar hacia Europa ha sido el gran proyecto de mi vida, no descartaba volver algún día, pero no de esta manera.

Soy creyente y bastante fuerte interiormente. Les dije desde el primer día a mi familia lo que pasó, y el disgusto fue muy grande, aparte de la euforia del reencuentro. Volví a un país que es mío, pero donde también soy un extranjero total (son nada menos que 23 años fuera). Volver a empezar de cero es muy duro, enfrentarse a la mirada de la sociedad también.

Pero intento salir adelante como puedo, también deciros que mi corazón no guarda ningún rencor. Estoy muy agradecido a lo que me ha dado este país, y en particular Navarra y la Ribera. Echo de menos los olores, la gente, el ambiente de los bares cuando había partido, mi amigo José Pedro de Cortes quien mi llama afectuosamente Salva, también el acento ribereño que suena en mi cabeza a veces en mis noches sin dormir, etc.

Agradezco, desde mi corazón, todos los que desde el primer momento estáis denunciando lo sucedido, que no se lo deseo al peor de mis enemigos, porque aparte de humillante, pienso que ningún ser humano se lo merece. Os deseo mucha suerte en todos en vuestros proyectos, y espero que recéis por mí, para que tenga suficiente fuerza para seguir luchando por mis hijos. Por cierto, tengo el cuarto en camino.

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