Al Ayuntamiento de Bilbo
Aunque nací en Begoña, en un mes de marzo del 37 en pleno bombardeo franquista, y llevado al exilio a primeros de abril en uno de los barcos desde Santurtzi, no conocí Bilbo hasta navidades del 52 con casi 16 años.
Me pareció una gran ciudad industrial y el lugar donde nací. Conocía además muchas anécdotas contadas por los aitas y hermanas mayores y por descontado al Athletic.
Y en este Bilbo resucitado de las inundaciones, esplendido, rejuvenecido, además este año con el tour de Francia, he visto un pequeño fallo que puede, creo, subsanarse fácilmente.
En el cantón entre Carnicería Vieja y Barrenkale hay un mural que está sucio y abandonado. El mural en cuestión fue pintado por Juan Zarate que pasó unos años lejos del Botxo y que regresó, creo, por las inundaciones, para dejarnos su huella en una hermosa y digna pintura.
El tiempo por un lado y la falta de atención, además de los habituales spray, han hecho el resto. Necesitaría una limpieza, algún retoque y luz, como es de ley.
Y lo curioso del caso es que a pesar de su aspecto actual son cientos los turistas y foráneos que vienen a retratarse al mural convertido en un reclamo con la singularidad de no haber costado ni un solo ochavo a las arcas municipales y, como digo, está abandonado.
Es por ello que me atrevo a rogarle al alcalde de la villa, señor Aburto, pues sé personalmente que es hombre de palabra y sabrá también solucionarlo lo mejor posible.
Agradeciéndole de antemano en mi nombre así como en el de las inquietas de mi querido Alde Zaharra.