Conociendo los problemas que tienen ciertos espacios públicos, como el BEC o Feria de Muestras de Barakaldo por ejemplo, una buena alternativa sería aprovechar una parte de su espacio, monográficamente, para debatir sobre empleo. Porque tenemos un caudal imponente de inteligencia –en estado hibernante– que el debate público sobre el modelo laboral puede servir para activar.

Las políticas sociales de nuestros Gobiernos son meras gestoras de caridad, de algunas migajas que el mercado laboral deja sin cubrir, o al aire directamente; un mercado laboral por otra parte esclavo de intereses de grandes compañías, multinacionales, que son en último término las que reparten el trabajo a las Pymes. Pero sabemos todos que, igual que ahora lo hacen, pueden dejar de hacerlo en cualquier momento, quedando entonces una parte de nuestra sociedad en pelota picada, dependiendo de un ámbito económico público cada vez más débil. Por eso, va siendo hora de buscar nuevos esquemas, que tengan en cuenta también el colectivo. Se desempolvarán –ya lo verán– muchas molleras repletas de talento, y se buscarán, y se encontrarán, soluciones.

El miedo que se tiene, que los Gobiernos tienen, es porque saben esto excederá, muy probablemente, el marco energético fijado. Ojo al parche por tanto, que a Dios lo pueden vestir también de chispas.

Para terminar, los criterios de innovación y desarrollo (I+D) no pueden estar acotados, ser compartimentos estancos, hay que exigir abrir el campo, abonarlo de savia e ideas nuevas, alternativas a las habituales, que comprobamos empiezan a hacer agua.