Juan Fernández Conde | Auxiliar de enfermería

Con los ojos cerrados

Cada una de sus arrugas significa un trofeo. Las miro y en ellas veo triunfos, derrotas, sudor, tristeza, alegría,hijos, nietos...Un millón de historias que dibujan todo lo que somos y hemos sido hasta ahora.

Tal vez sea por una amable empatía o simplemente por no haber tenido la suerte de conocer conscientemente a mis abuelos, por lo que me gusta tanto el trabajo en la residencia.
Me levanto cada mañana con muchas ganas de aprender, de emocionarme, de ilusionarme. El saber que no existe la rutina en mi trabajo ayuda y, el regalo diario de experiencias, es mágico.
No ocurre lo mismo cuando salgo a la calle y comento cual es mi trabajo.

Las expresiones de mucha gente al escuchar –soy auxiliar de enfermería y trabajo en una residencia– hacen daño, puesto que en la mayoría de los casos, ni siquiera saben de lo que hablan. Me transmiten más tristeza y desmotivación que la de cualquier abuelo/a en una fase muy avanzada de su enfermedad.

Este, el de la gerontología, es un sector que sobrecoge a la sociedad y que vagamente se intenta esconder o despreciar mediante palabras que no entienden de frases. Hay familias que temen llevar a sus nietos a visitar a su abuelo/a donde quiera que esté, ya sea en un hospital o en una residencia, cuando esta sería sin duda, su mejor medicina.

No hay que ocultar la realidad y dar ejemplo. Tal vez ese niño, al que su abuelo ya no reconoce, desea cuidar de él, besarle, acariciarle, como este hizo no hace muchos años mientras le paseaba en su carrito y jugaban en el parque. Los ojos ven pero no entienden de sentimientos.

Esta noche, después de apagar la luz y con los ojos cerrados, imaginaos con 70, 80 ó 90 años. Pensar en lo que os gustaría hacer llegados a esa edad. Como os gustaría sentiros, esos sueños que aún os quedarán por cumplir…

No hay día en el que no me pregunte donde terminaré mañana y, justo en ese mañana, me miro las manos y observo tímidamente esas arrugas que aún aguardan bajo el mar de mi piel pero que más pronto que tarde, florecerán desde lo más profundo de mi ser.
La pregunta es sencilla, ¿hay algún momento en la vida en el que nos hayamos sentido abuelos/as?

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