Mikel Arizaleta

Con recuerdo admirado

Gontzal Mendibil con su bello artículo musicó la vida y muerte de Satur Abón. Cuando la conocí acarreaba ya un pasado de chabolas en Ollargan, ensudado en generosidad personal y trabajo en equipo. Satur Abón destilaba solidaridad internacional y un cierto olor a humanidad de barrio, a empresa y colaboración con gente necesitada y sabor a mujer.

Se hizo querer, y hoy lloramos su ausencia.

¿Y qué decir?

Cuenta Leon Tolstoi en “La muerte de Ivan Ilich”, que Ilich había estudiado en la Lógica de Kizevérter aquel silogismo de «Cayo es hombre, los hombres son mortales, luego Cayo es mortal», algo que le pareció toda su vida correcto con relación a Cayo, pero no con relación a sí mismo. Él no era Cayo, ¿o sí?

Agur.

Buscar