De guerras y miedos
Si algo tengo claro es que, en cualquier guerra, quien sale perdiendo es la población civil. Da igual en qué continente sea los países están habitados por personas de distinto color, de distintas culturas, de distintas ideologías, pero personas con sus virtudes y defectos, con sus amores o desengaños, familias o aspiraciones y, sobre todo, sueños.
Nadie tiene derecho a arrebatar los sueños de una población indefensa, sin ninguna aspiración bélica, destrozar sus vidas, romper de un plumazo lo que había construido durante una vida. Y no habló sólo de quien vive la guerra en primera persona, me refiero a todos los que tenemos que sufrir eso que llaman «daños colaterales».
Sancionan a Rusia y pagamos las consecuencias la clase trabajadora. Se disparan los precios de la luz, el gas, carburantes etc., lo que acarrea que suban todos los productos pues aumentan los costes de producción y transporte, mientras se nos pide moderación salarial y cada día vemos que mover nuestro vehículo, encender la luz o poner la calefacción se convierte en tarea prácticamente imposible por su precio. Nos están empobreciendo a pasos agigantados. Pero siguen mintiendo, manipulando os y metiéndonos miedo, es el instrumento que utilizan para controlarnos, que nadie se mueva y sigamos sus dictados.
Nos asustan con pandemias, nos asustan con apagones energéticos, nos asustan con guerras y va a ser que la guerra, además de con bombas, nos la hacen con el miedo.