Enric Vivanco Fontquerni, Barcelona

De la bondad al paraíso

Hay frases que se ponen de moda y su origen queda diluido en el tiempo, pero el concepto sigue vigente de forma escandalosa. «Todo para el pueblo pero sin el pueblo». No conozco a ningún partido político que su objetivo como manifiesto sea jorobar a la ciudadanía. Todos son maravillosos y lo único que buscan es el bien común, como se decía en pleno franquismo. Un servidor me cansé de escribir esta idea en los exámenes de la asignatura de FEN. Por esto la palabrería política es pura retórica hueca, y engañosa. Están los virtuosos que desde el púlpito van pregonando los derechos universales, cuando lo que tienen al lado se olvidan con mucha facilidad, y lo más curioso del caso es en el momento que sacas temas espinosos como la prostitución, como ejemplo. Siempre salen que es un tema moral. Muy bien, así que son partidarios, como los liberales, de vender los órganos, los ovocitos, la sangre, y lo que haga falta al mejor postor, ya que la moral es un estorbo para los negocios. Ahora todos estos virtuosos que se pasan la vida cobrando dinero público, o sea el dinero de todos, claman al cielo por unas declaraciones de Salvador Illa del PSC, mencionando que la inmigración hay que regularla, y que no puede venir todo el mundo. Los virtuosos, como siempre, señalan que los otros hacen clasificaciones de bondad y de maldad, y que Catalunya es un ejemplo de acogida de inmigrantes. No existe ninguna nación en el planeta, que no esté conformada por personas provenientes de otras partes, ya que en los cazadores recolectores, existía el secuestro de mujeres, e infinidad de conflictos violentos, para poder disponer de nueva población. Deberían argumentar de forma un poco más convincente, y con mayor conocimiento. La diferencia sustancial de hace milenios, y ahora, es que no había ni aviones, ni la comunicación era en tiempo real, ni existía la red de infraestructuras en transporte de la actualidad. Así que no se podían movilizar millones de personas por todos lados, en un santiamén como ahora. Hay que señalar también que la población era infinitamente menos numerosa, y que la esperanza de vida era mucho menor, factores a tener en cuenta. No sé en qué mundo viven, pero si hay algo en Europa, es que la inmensa mayoría de la población está de acuerdo con regular la llegada de nuevas personas. Es tan obvio que francamente no sé cómo se empeñan en ir en contra de una opinión mayoritaria. Si no sea porque quieran ir al Paraíso, cuando se mueran.

Atentamente.

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