Iulen Lizaso Aldalur

«Del error se aprende...»

...y desde el dolor se corrige; máxime sabiendo que del desafecto al odio se da la misma distancia que del borde al abismo.

A pesar de su pequeñez, una vez consumada... o consumida esa distancia, referido en el primer caso a lo relacional y en el segundo a lo accidental, las repercusiones son enormes. De una transcendencia tan grande en la inmensa mayoría de los casos, que la nueva emoción y situación, por nociva en el primer caso y traumática en el segundo... deviene a irreversible.

Particularmente se dan en el campo de las relaciones empresariales, familiares, deportivas, políticas, sentimentales, sociales, etc., en la que por mucho que las partes se desgasten en guardar las formas, tarde o temprano afloran, ya que los desafectos devienen de «trapos viejos» mal enjuagados y los odios de airearlos en la memoria del aquí y ahora, al repetirse situaciones que los traen al recuerdo.

Se hace llevadero guardando distancias y respeto entre las partes. Lo primero no es siempre fácil, en particular si el entorno convivencial en lo físico y/o geográfico lo impide. Lo segundo... ¡ay lo segundo! qué dolor para quienes de su falta de empatía en lo relacional, hacen razón de víctima y/o imposición.

Hoy en España las relaciones políticas se han tirado por el abismo. Solo una puesta a cero moral con el pasado puede hacerlas reversibles. Trazar una ruta amable desde el día a día y no horizontes políticos seculares a cuasieternidad que van volviéndose obsoletos con el paso de los años, en la misma medida que desfasándose del proceso evolutivo que lleva la sociedad.

Que bueno una nítida «partitura» sin color, sintonizada en su escritura para un sonar de mayor alcance y pluralidad. Sería el mayor logro histórico a favor de la indispensable convivencia política que nos llevara a la tan ansiada paz social.

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