Enric Vivanco Fontquerni

Derechos humanos

La historia va conformando un suelo que es geológico y no una capa de cristal como se pretende en la actualidad, en el que no existe un ápice de reflexión. Los derechos humanos tienen una derivada que anula las responsabilidades sociales, como la lucha que implica la pertenencia a una comunidad, y la obligación por parte de los integrantes de este conjunto de resolver las disfunciones del mismo. El conflicto en esencia se encuentra entre el individualismo y la participación. No entre el egoísmo y el altruismo. La disputa surge de los deficientes arreglos sociales, y políticos. Un derecho ilimitado y universal es una contradicción que equivale a no tener ningún derecho, ya que un derecho ilimitado entrará en colisión con el de los demás. Como la DDHH estuvo preñada durante la Revolución burguesa, es en definitiva una apología de la libertad y de la propiedad. La libertad ilimitada universal choca contra todos los demás derechos, porque todos ellos se hacen a expensas de la libertad. La obligación de toda legislación es ver al ser humano tal como es. No como nos gustaría que fuese. Por ello la comunidad es indispensable para el hombre, y no como una individualidad abstracta y universal, que flota por el universo. Para Marx, la libertad es incompatible con el capitalismo, de ahí la necesidad de abolir la propiedad privada, que es uno de los ejes esenciales de la declaración. Los supuestos países pobres, sus élites, viven a expensas de los devotos de los derechos del hombre. Marruecos no es un país pobre, su Rey, goza de un gran patrimonio inmobiliario por todo el mundo, como toda su corte. ¿Quiénes sostienen a esta estructura política dictatorial?: son los incondicionales de los derechos del hombre. Esta ley universal cercena la política, ya que cada comunidad tiene unos intereses distintos, una trayectoria histórica y cultural, que una ley busca borrarla por decreto. La historia no es una página en blanco como pretende la DDHH. Es un universalismo uniformador que elimina y olvida la praxis y la sabiduría de las respectivas comunidades. Napoleón empezó a la brava a querer organizar Europa. Burke, junto con Marx, Hannah Arendt, entre otros, ponían a esta ley muchos inconvenientes. Burke, concretiza los derechos de los hombres fundamentados en la historia y en la experiencia de una realidad política, no imaginaria. En la carrera parlamentaria de este hombre ilustrado medió entre los derechos de los católicos irlandeses, concilió a los insurgentes americanos con la Corona británica. Como en defensa del abuso de la Compañía de las Indias Orientales, respecto a los derechos de los hindús. Esta ley expulsa a los humanos de la sociedad a que pertenecen y quedan a merced de una ley universal humana que no es divina. Esta ley pretende desde la metafísica universal imponer una falsa política, ya que elimina a los disidentes que suelen ser mayoría, en temas concretos como todos sabemos, aunque se quiera olvidar. La vida política no es una abstracción, es una realidad precisa y es inaceptable que las opiniones de los individuos de una comunidad sean aplastadas por otra ley hecha por hombres. Israel, democracia ejemplar y homologada, en cambio, se obvió en su momento los derechos de las comunidades que poblaban un espacio geográfico, regalado a los sionistas con el aval de las Naciones Unidas. Que ha propiciado el robo, el desplazamiento, el asesinato de unas comunidades, y continúa con el aval de DDHH. Los universalistas deberían estudiar los casos en profundidad y no decir tópicos tronados de los buenos y de los malos. Cualquier derecho implica no cercenar la libertad legítima de los demás, ni anular la responsabilidad histórica para buscar una equitativa organización política en beneficio de la propia comunidad.

Atentamente.

Buscar