Jorge Garay Zabala

El batua no fue perseguido

En el Congreso se ha aprobado el empleo del catalán, euskera, gallego, bable, aragonés y el dialecto occitano del valle de Arán (aranés), con traducción simultánea. Lo que no saben los congresistas es que el idioma que allí se habla no es el verdadero euskera, el de los euskalkis (vizcaino, guipuzcoano, navarro), sino el batua («heuskeranto»), un esperanto euskérico inventado en los 60 del XX. Si uno empieza a hablar en euskera vizcaino, por ejemplo, no le entenderían los traductores.

Dijo Joseba Agirretxea, diputado del PNV, al marcharse los de Vox del hemiciclo, en protesta por el uso de idiomas que no sean el castellano: «Se han ido los que antes nos echaban de clase, nos multaban, o nos metían en la cárcel por hablar euskera».

Resurrección Mª de Azkue, presidente de Euskaltzaindia, e indudablemente, el hombre que más euskera ha sabido, publicó su última gran obra "Euskalerriaren Yakintza" –sic, sin H, Azkue fue contrario a la H–, en los años 1935, 1942, 1945 y 1947, es decir en los años de plena supuesta prohibición. De haber prohibición fue contra el euskera de los euskalkis, no contra el batua, que gozó del total beneplácito franquista cuando se introdujo en los 60; la asamblea de Arantzazu en que se adoptó por Euskaltzaindia –en contra, por cierto, de su presidente, Manuel de Lekuona, defenestrado después por Luis Villasante– fue los días 3-4-5-X-1968. Esta asamblea y el uso del batua fue con total libertad por parte del Gobierno de Franco. No puede presumir, por tanto, el batua («heuskeranto») del pedigrí de la prohibición y persecución.

Buscar