Los fenómenos migratorios actuales ya han demostrado su incapacidad para solucionar los problemas de los países de origen y los de la mayoría de las personas que se arriesgan a ellos. Y paralelamente causan peligrosas tensiones políticas en nuestras sociedades, con millones de parados y necesitados, que las imposibilita para integrar dignamente a más y más extranjeros.

Pero no podemos ser insolidarios ante la dramática situación de muchos países, especialmente inaceptable por el contrate con nuestra forma de vida, atrapada en un consumo y un desarrollismo tecnológico desmadrado y superfluo (aunque no para todos), causantes en parte de nuestra insatisfecha sociedad. No es fácil disfrutar de la abundancia conscientes de la miseria cercana.

La solución pasa por arreglar los problemas en los países de origen. Instituciones y gobiernos europeos son conscientes de ello y de la necesidad de un proyecto internacional frente a esa dramática situación, pues, a lo largo de los años, eso han expresado diferentes líderes políticos. Han utilizado incluso la expresión «Plan Marshall para África». Solo palabras estériles.

Es necesaria, sí, una reacción internacional para ayudar a esos pueblos. Por el bien de nuestra sociedad, necesitada de valores solidarios, pero también de que se escuchen sus opiniones sobre la inmigración; y por el bien de la debilitada UE, que podría hacer de ese objetivo humanitario un «proyecto vital» unitario e ilusionante; y, sobre todo, para acabar con el sufrimiento de tantos seres humanos atrapados por la miseria. Y es urgente. ¿Por qué no impulsarlo desde aquí y ahora?

Gracias por su atención.