Txus Pérez Artuch | Iruñea

Esperando a la suerte

Ocurrió el pasado siete de enero. Seguramente fue uno de tantos días que sucede. Era el día del inicio de la fatigosa cuesta, de volver al curro tras el atasco y desajuste provocado por algo parecido a unas vacaciones estivales en un invierno apenas estrenado por lo que a comida y refrigerios viene al caso.

Pues bien, la imagen que atrapó mi atención fue la de una acera de unos largos metros de ancho, taponada por la hilera de personas que aguardaban pacientemente la llamada de la suerte en la fila de una administración de loterías del Estado. Al verlo, pensé: ¿irán a sacar boletos para ver si ganan la combinación ganadora de la investidura que se juega esta mañana? Podía ser una irónica jugarreta del propio Estado.

El entorno seguía su ritmo, la calle respiraba su primer martes del año, tráfico, furgonetas de reparto, oficinas reabiertas, cafeterías con aroma a bollería integral y sacarina, pero las caras en la fila del azar, no daban pista alguna de que el sorteo del “Niño” hubiera llenado la saca, ni tampoco demostraban el ansia de conocer si la papeleta estaba premiada o había que seguir rascando. Se asemejaban a las que se pueden ver en la cola del paro. Con la casualidad que de la veintena de personas que aguardaba, una sola estaba en edad laboral; el resto debería cobrar pensión digna.

Con mi humor limonero, dudé si tenía ante mí al mismísimo Gorka Limotxo de la canción de los Platero y tú cuando nos contaban-cantaban que su futuro tenía forma de un billete de lotería. Y continuando con aquella parranda melódica inesperada, recordé al Gavilán cuando versionó a Salvador “Chava” Flores y preguntaba a qué le tiras cuándo sueñas mexicano, y cuestionaba si a hacerte rico en loterías con un millón, aunque dos frases más tarde aclarase que aquello no eran más que sueños de opio.

En fin, las legañas esperanzadas en un bombo agraciado eran similares a las que levantaban la persiana a las cinco para ir al tajo, pero mucho menos terrenales y realistas. A pesar de ello, de nuevo desde el Estado, en su modalidad de juegos ONCE, nos recuerdan que no importa que juegues por los premios, lo que importa es que no dejes de hacerlo, cerrando el engatusamiento con un: y a ti, ¿qué te importa?

Mientras tanto, en decenas de barrios y pueblos se sigue pidiendo el freno a más locales de apuestas y adicción. La ranchera continuó en el ambiente… ya está ganada la copa en la olimpiada, soñar no cuesta nada, qué ganas de soñar. Soluciones y Propuestas del Estado…¡YA!

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