Iñaki Uriarte

Gil, 30 km/h, estabilidad y euskera

El concejal del Área de Movilidad y Sostenibilidad de Bilbao y teniente de alcalde Alfonso Gil (PsoE) conocido por su demagógicas ideas con tal que acaparar la atención social ha querido alcanzar una notoriedad mediatica al implantar, sin consenso social alguno ni criterio técnico, el circular por el ámbito urbano con un límite maximo de 30 km/h, imponiendo una medida yan absurda como imposible para aparentar progreso y preocupación medioambiental. Un aventurero vividor de la política que mejor haría corrigiendo los grandes déficits de coordinación semafórica o señalización tanto vertical como horizontal que se padecen en la circulación. La población de la villa sabe que está en este altamente remunerado puesto al ser el marido de Idoia Mendia, que también ha logrado infiltrarse en Eusko Jaurlaritza con la excusa, calurosamente acogida por el PNV de aportar estabilidad, ideológica, al Gobierno vascongado. Es decir de españolidad. Que sumada a la identidad vascongada triprovincialista, autonomista de los antaño nacionalistas, da un futuro nefasto enmarcado en un neoliberalismo dominado por el sanedrín tecnócrata empresarial.

El citado Gil se jacta de haber sido el primer cacique municipal que ha impuesto en una ciudad de más de 300.000 habitantes en Europa este limite absurdo porque la realidad del tránsito urbano ya obliga a velocidades bajas y con los 50 km/h es un nivelgenéricamente aceptable y aceptado. Pero este Ayuntamiento tiene una indisimulada voracidad recaudatoria y espera embolsar millones de euro en poco tiempo. Los municipales, una de las instituciones más deplorables de la villa por su manifiesta actitud represiva, autoritarismo y xenófoba, mejor harían si se hubiesen dedicado a controlar y sancionar los abusos de la hostelería, que debido a la pandemia puede afirmarse que en la actualidad es el enemigo público número uno, en todas sus infracciones, invasión de espacios públicos, horarios, ruidos, botellones.

Pues bien, el citado político Gil debe ser el único mandatario en un ayuntamiento de una capital europea, sino mundial, de más de 300.000 que no habla la lengua propia de su país pero esto no interesa en el pacto PNV-PsoE de encubrimiento mutuo de escándalos y corrupciones.

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