Inaxio Lopez de Arana Arrieta

La casa de mi madre

Está claro que no hay ninguna fórmula mágica para resolver el problema de la vivienda. En opinión de algunos, el alquiler es una herramienta muy útil para ello. Sin embargo, para otros (tanto inquilinos como propietarios), el alquiler no es sino una fuente incesante de disgustos. Nosotros pertenecemos a este segundo grupo, al de los sufridores. Hace doce años pusimos en alquiler la casa que mi madre tiene en Narbaiza, que fue en su momento heredada de sus padres. Todos estos años hemos tenido el mismo inquilino, que durante los últimos cuatro años nos ha generado innumerables preocupaciones y dolores de cabeza. Pues bien, el que hasta ahora ha sido nuestro inquilino se ha convertido desde el 1 de julio en nuestro okupa, ya que el último día de junio se le acabó el contrato de alquiler, pero no quiere marcharse de nuestra casa y permanecerá en ella cualquiera sabe hasta cuándo. ¡Un okupa en Narbaiza! ¡En la Llanada Alavesa! ¡Habrase visto! Además, nos debe mucho dinero. Nosotros le hemos avisado dos veces de que el contrato finalizaba el 30 de junio, pero él no ha hecho caso, y ni siquiera ha contestado. Nosotros vamos a cumplir escrupulosamente lo que dictan las leyes y haremos todo lo posible por recuperar nuestra casa: nuestro abogado ya ha interpuesto demanda ante el Juzgado de Vitoria para liberar nuestra casa. A pesar de que el enemigo sea fuerte (por la fuerza que le proporcionan tanto la legislación actual como la lentitud de la Administración de Justicia), seguiremos defendiendo la casa de nuestra madre.

Buscar