Gerardo Hernández Zorroza

La «fe» de la iglesia

Según fuentes apócrifas, Jesús entendía la fe (pistis) como algo que tiene crédito, que resulta plenamente confiable, sin embargo la Iglesia ha reducido este concepto a un simple «creer en lo que no vemos».

Los procesos del iniciado y del creyente son diametralmente opuestos. El primero está en continuo proceso de aprendizaje (el autoconocimiento es su prioridad absoluta), se abre y experimenta hasta encontrar su propia guía que aferrarse; el creyente, sin embargo, es obligado por su fe, está cerrado por su creencia, y a menudo no entiende y se siente confundido porque lo que siente no encaja con lo que le dicen.

El iniciado parte de no saber y experimenta la vida como un camino de autoconocimiento, cuestionándose siempre a sí mismo y apostando por la verdad más confiable para su resultado último de crecer en consciencia. Nunca cede su guía a terceros sin cuestionarlos, como hace consigo mismo. Por contra, el creyente somete su criterio al de quienes dicen saber y controlan su Iglesia.

Para el iniciado la divinidad es como una semilla, que está en todos y se expande de dentro a fuera y nos interconecta, que evoluciona desde nuestro estado más humano hacia otro más puro, elevado: divino.

PD: Conste aquí que no estoy juzgando la labor ni buena voluntad de los sacerdotes.

 

Buscar