Pedro Mari Usandizaga Añorga | Ondarroa

Lectura instructiva... «El día O»

Un concejal en una pequeña ciudad de Brasil, había declarado que la falta de orgasmos femeninos en el Estado de Piauí era un problema de salud pública. Y para eso, hace diez años, se había inventado el Día del Orgasmo Femenino. La alcaldía lo había aprobado y en Esperantina –una ciudad de 38.000 habitantes– cada año se celebraba la fecha, que luego se volvió mundial. Un tal Arimateo Dantas se decía que había logrado aprobar una ley que dictaba que los hombres debían hacer que sus mujeres tuvieran orgasmos. ¿Cómo harían cumplir la ley? ¿Los asuntos de alcoba en los tribunales? ¿Cuál sería la pena a los maridos denunciados?

La historia es que el 8 de agosto se celebró el Día Mundial del Orgasmo Femenino. Pensé en él tal Arimateo Dantas, Y, me pregunté, ¿por qué ese hombre no es una celebridad en Brasil? Así que busqué en los diarios brasileños la historia del concejal Dantas y descubrí que su nombre no es Arimateo, sino José Arimatéia Dantas Lacerda.

Este señor expone que los orgasmos son una experiencia de cuerpo y mente que disminuye el estrés, ayuda a dormir mejor, mejora el flujo sanguíneo y también la piel. Cada orgasmo es una inyección de felicidad. Hay quienes juran que cura las migrañas. Y hay estudios que relacionan tener una vida sexual sana aderezada de muchos orgasmos evita la demencia senil y el alzhéimer.

O que durante un orgasmo la mujer aumenta su umbral de dolor en 107 por ciento: no te das cuenta de nada después de que empiezas a sentir aquella electricidad en la punta de los pies, justo antes del estallido... Casi el 70 por ciento de las mujeres necesita estimulación del clítoris para llegar el orgasmo. Y hay un diez por ciento de mujeres que nunca han tenido uno. ¿Para qué sirve el orgasmo femenino en términos de evolución? ¿Por qué es más difícil de alcanzar que el masculino?

Salud y República.

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