Juan Cruz Lara

Los estadistas y su mundo

Estamos viviendo en un país en el que los políticos están en otro universo totalmente diferente a la realidad, la nuestra, la de la mayoría, o eso es lo que nos enseñan cada día. Sabemos cómo ha sido su comportamiento hasta la fecha (nada edificante) y nos comportamos como personas ajenas a lo que está sucediendo. Vemos desde la barrera el último «Sálvame político» y nos parece un entretenimiento más, como el partido del domingo, pero no pensamos que nuestro futuro social, económico y político depende de ese «Sálvame Deluxe político», deluxe para ellos claro, porque nuestro «Sálvame» lo estamos pidiendo a gritos; gritos que cada vez son más callados, pues por mucho que chillemos, no les da la gana de escuchar el enfrentamiento que la gente tiene con la realidad, que golpea fuerte y, al final, se cansa de gritar. Como decía ese gran estadista, «¿Lo escuchan? Es el silencio» Pues eso.

Todos estos estadistas que están en la cumbre, no en la del G7, esa es otra historia, saben que, si la gente despierta, ellos también despertarán de su apacible sueño en el que están inmersos y se les acabará el chollo, y harán todo lo posible para seguir embelesando a las masas con todo tipo de artilugios y divertimentos para que siga estando dormida. El César sabía manejar muy bien a la plebe y estos también saben cómo hacerlo. Está todo el sistema tan bien pergeñado que es casi imposible deshacerlo, pues ya han preparado las leyes necesarias para que nada cambie. Entonces, ¿qué puede hacer la ciudadanía para que haya un cambio de paradigma? Cada movimiento reivindicativo que esta hace es un problema para los poderes fácticos, que utilizando toda la maquinaria que ellos mismos han creado, acallan a las masas utilizando un arma muy poderosa, el miedo. Un miedo que hace mella en todo el que viva de su trabajo. Todos ellos viven muy bien a costa de los impuestos que la ciudadanía paga y no tienen intención de cambiar de vida, a no ser que se les eche de los asientos que ocupan en los hemiciclos y se elijan a personas que realmente se preocupen de la ciudadanía y de sus problemas, pero para que eso ocurra, primero hay que desmontar todo el tinglado que tienen montado, entrando en los hemiciclos a través de las votaciones, y desde ahí empezar a cambiar todo lo que se pueda cambiar que vaya contra los intereses de todos.

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