Los tabúes inexistentes
Al no tener en cuenta la vulnerabilidad de la especie humana, que se inicia con el Renacimiento, coloca al ser humano individual como portador de sus caprichos más ridículos, en contra del pensamiento de las sociedades tradicionales, que sí sabían que la comunidad estaba ligada al conjunto del grupo. El individuo estaba por debajo de las necesidades de todos.
El sistema económico que las distintas fases del capitalismo han ido construyendo, está dando unas señales inequívocas que esta dinámica económica y social, ha llegado a su fin. La movilidad de personas y mercancías que se potencia de una forma suicida, genera disfunciones a la propia naturaleza que inmediatamente se trasmite a los humanos con enfermedades mentales y víricas, ya que no todos tienen la capacidad de emular a sus héroes viajeros, que pasan sus vacaciones en lugares paradisiacos, que en realidad son construcciones mentales, por no decir un engaño absoluto.
Los que se han interesado por la antropología, saben que los lugares maravillosos, son construcciones que detrás está la trampa de las empresas turísticas con el respaldo de los caciques de la zona correspondiente. Las cuarentenas que se llevaban a término en los puertos a lo largo de la historia de la humanidad, era una medida sabia, que ahora con tanto supuesto conocimiento se ven obligados a realizar.
El deterioro climático, incide e incidirá en las nuevas patologías que Europa, se ha de ir preparando como el virus del Ébola, ya que la manía del comercio con animales exóticos, que mueve mucho dinero, es una frivolidad más de nuestra civilización, y lo que más duele es el olvido de las enseñanzas de nuestros predecesores, en el que los animales estaban controlados por los tabúes correspondientes. No como ahora que se piensa que se puede hacer cualquier negocio por idiota que sea.
La felicidad vive en nosotros, si se ha de buscar a miles de kilómetros, nunca se conseguirá el objetivo deseado. La razón, tan proclamada como el ariete en contra de las sociedades que nos han precedido, la pregunta a realizar es: ¿Qué justificación hay, para ir a unos carnavales, a miles de kilómetros, cuando en tu barrio hay uno? Va en contra de toda lógica.