Su principal activo es el personal en todos los segmentos, pues a pesar de las dificultades y limitaciones que impone el protagonismo de políticos y personal directivo, se mantiene el prestigio que le otorgan la mayoría de los usuarios. Es el equipo directivo especialmente los designados por políticos que se reitera en el error y el origen del malestar de los profesionales. Se están celebrando unas multitudinarias oposiciones que corresponden a las que deberían haberse celebrado periódicamente a fin de mantener la tasa de reposición adecuada. Resulta indignante el ratio de 90.000 candidatos para 3.000 puestos, pues las probabilidades de éxito son remotas, lo cual es un triste índice de la satisfacción de los vascos porque nuestro nivel de paro es inferior al español. Los opositores estarán estudiando y rezando a los dioses para que suceda algo sobrenatural y suene la flauta. O se presente algún Premio Nobel o el hijo de Darpón. Además, también aquí se sufre la lacra de la corrupción y el amiguismo que nos equipara con los múltiples maestros de Madrid, Valencia o Andalucía. Negar que en Osakidetza se han filtrado los temarios es soñar con pájaros y flores, pues, ya se sabe, hay que apoyar a los recomendados a los que el partido nunca olvida. Las dudas existenciales y equilibrios semánticos del consejero Darpon y los directivos de Osakidetza a la hora de responder a las acusaciones de sindicatos y agrupaciones del sector contribuyen a desprestigiar el servicio cuyos profesionales son motivo de orgullo para los vascos. Ofende la dignidad de los opositores que un servicio médico que ha acumulado tanto prestigio en todos los sentidos esté siendo acusado de filtrar los temarios a algunos privilegiados. La reacción del consejero está siendo dubitativa y da la impresión de que se quiere echar tierra para evitar olores de corrupción. Debería ser el departamento el que «motu proprio» denunciara los hechos ante la fiscalía para disipar cualquier duda sobre el rigor del proceso de selección.