Oskar Fernandez Garcia

No es tiempo para limosnas

El 24 de mayo, del ya finalizado 2015, puede llegar a suponer mucho más de lo que ya se ha conseguido en Nafarroa: desterrar literalmente del gobierno a una derecha confesional, intransigente, beligerante contra cualquier opción humanista o de izquierdas. Una derecha retrógrada e intolerante, reaccionaria visceralmente, hasta la obsesión patológica, con todo lo que tuviese que ver con Euskal Herria o simplemente con cualquier connotación vasca. Una derecha anclada férreamente en un pasado de auténtica pesadilla y terror: la cruel y terrible dictadura fascista y genocida, encabezada por el brutal dictador Francisco Franco Bahamonde.

Pues bien, transcurrido más de un dilatado, anodino, obscuro y terrible cuarto de siglo, concretamente 33 años, sin ver la luz y ni un solo destello de esperanza y de cambio; a partir de ese inolvidable, radiante y maravilloso día de mayo, la transformación increíble, impensable y tan añorada y deseada se hizo realidad. Esa derecha nefasta, antiobrera, antifeminista, conculcadora de los derechos fundamentales de las personas se vio abocada, irremisiblemente, a pasar a la oposición, ante su asombro e incredulidad. La unión de las fuerzas progresistas y de izquierdas logró, lo que tras horribles y siniestras décadas, se consideraba prácticamente imposible o inalcanzable, un gobierno de izquierdas, sensible y receptivo a las necesidades, deseos y demandas de la mayoría de la población.
 
Y esta extraordinaria experiencia acaecida en la cuna, en el origen primigenio de lo que hoy se denomina Euskal Herria, no puede de ninguna de las maneras dilapidarse. Ha de ser fuente de inspiración real, paradigma sociopolítico y modelo sociológico de actuación y estrategia para las fuerzas políticas de izquierda, progresistas y humanistas que concurrirán este año 2016 a las urnas, seguramente en octubre, para formar un nuevo gobierno que dé comienzo a la onceava legislatura en los tres territorios vascongados.

En la CAPV al igual que ocurrió en Nafarroa la derecha ha estado instaurada en el Parlamento vascongado desde que se llevó a cabo la nefasta, fatídica y esperpéntica transición española. Diez legislaturas absolutamente perdidas, decenas de años despilfarrados y derrochados. 35 años legislando deliberadamente contra la clase trabajadora, contra la ciudadanía más desfavorecida, contra el medioambiente, contra la racionalidad y siempre a favor de las grandes corporaciones, emporios y transnacionales. Décadas de un absolutismo cerril e intransigente de gobiernos insensibles a las aspiraciones, deseos, ilusiones y legítimas aspiraciones del pueblo soberano.

Ha llegado la hora del empoderamiento de la ciudadanía para desterrar lustros y lustros de anodinos, cretinos e insensibles gobiernos de derecha: capitalistas, confesionales, patriarcales, insensibles y tiranos ante los padecimientos y sufrimientos, de decenas de miles de personas para llevar una vida mínimamente digna, ciegos y deshumanizados ante el sufrimiento de los animales en plazas públicas, despilfarradores y sátrapas de los bienes públicos en obras faraónicas, inconmovibles ante el cruel, brutal y asesino sufrimiento de la mitad de la población –por el mero hecho de pertenecer al género femenino– , cínicos y ladinos ante las imperiosas necesidades sociales básicas de una gran parte de la población, destructores impasibles de culturas autogestionadas, ajenos y mezquinos anta la sistemática conculcación de los DDHH…

Por fin, se abren destellos de luz, esperanza e ilusión matemática y real, teniendo en cuenta la correlación de fuerzas que han aflorado en estos lares tras las elecciones generales del 20-D, y la ley D`Hondt, que por una vez se podría decantar a favor de la ciudadanía. Pero para eso es necesario crear una coalición de partidos, un frente popular, que aglutine en su seno al partido más votado en el sur de Euskal Herria –Podemos– a EH-Bildu a IU y a todo tipo de asociaciones, formaciones y grupos, dispuestos a llevar la ilusión, la alegría desbordante, la imaginación, la solidaridad, la empatía y las ganas entusiastas por transformar radicalmente la actual correlación de fuerzas en el Parlamento vascongado. Los pactos postelectorales podrían ser insuficientes para las aspiraciones de todo un pueblo. Nuevamente Nafarroa marca el camino de forma nítida y meridiana. Si el pasado 24 de mayo PP y UPN hubiesen ido coaligados –sin lugar a dudas– el actual gobierno seguiría siendo una entelequia.

Esa coalición de izquierdas, para las próximas elecciones autonómicas, sería capaz –como muy bien describen algunas ciencias sociales y de la educación– de generar la suficiente motivación, entusiasmo, ilusión, alegría y esperanza en amplias capas sociales, muy diversas por sus intereses, por el sustrato ideológico, por la edad… pero absolutamente decididas y convencidas para terminar con la derecha y posibilitar, por fin, la formación de un gobierno de izquierda en este sobrecogedor y desértico páramo al que nos han abocado continuos e interminables gobiernos de derecha autonomista, la inmensa mayoría de las veces o, excepcionalmente, de derecha estatal.

No hay tiempo para seguir aguantando las limosnas que, con expresiones pétreas e indulgentes, han ido proporcionando a este pueblo los cuadros dirigentes del PNV. Es, en efecto, tiempo de recolectar las cerezas y luchar denodadamente contra los dragones.

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