Javier Orcajada del Castillo

Nueva generación de políticos

Hasta hacía relativamente poco se había difundido la opinión de que los políticos pertenecían a una casta especial a la que se admiraba por su estilo y dialéctica y al mismo tiempo se les temía porque defendían los intereses de los poderosos. Era gente notable que no pasaban desapercibidos. Pero las últimas remesas que nos gobiernan han pasado de ser los cómicos peligrosos que se les teme y no se les hace caso por contradictorios, incultos, mentirosos, vengativos como para no fiarse de ellos y al mismo tiempo simples e ingenuos a los que es fácil adular y engañar.

Hay honrosas excepciones, pero el cuadro de honor actual lo componen Boris Johnson (BOJO), Ronald Trump (Mr. Pumpkin), los jeques árabes, quienes responden a las críticas de los periodista hirviéndoles hasta hacerles desaparecer. También nuestro Pedro Sanchez, que califica a Felipe VI de «rey republicano». Cada uno con sus virtudes y defectos, pero con la característica común de su estilo entre cómico y anárquico de su look que es lo que valoran a falta del que deberían poseer en función de su cargo.

Esas personalidades tan superficiales proyectan un estilo de hacer política que les hace imprevisibles y por eso temibles porque no cubren ni siquiera los códigos de la diplomacia. Como es lógico, además de estas personalidades descritas, existe infinidad de emboscados de mínimo rango que han hecho del servicio público su medio de vida, confirmando la tesis de que nos aproximamos al ocaso del político con rasgos humanoides y a la era de los robots programados cuyos sentimientos humanos son más profundos que los de éstos de la última generación. Es de justicia citar a Susana Diaz, Ana Botella, Revilla, De Guindos, Cospedal, Rajoy, Pep Borrell, Paco Camps, Esperanza Aguirre, Isabel Diaz Ayuso o Jose Mari Aznar. Y en la esfera internacional, además de los citados, son irrepetibles Salvini, Bolsonaro, Juncker o el cómico Zelenski.

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