Pablo A. Nabarro Lekanda | Sortukide

Ortuzar sobre el alambre

Me resultó cuando menos curioso el arranque oficial de la campaña electoral del PNV, no tanto por la puesta en escena –que dentro de lo previsible me pareció poco original en una supuesta demostración de fuerza– sino por la reivindicación del equilibrio como «live motive» de su discurso político.

Y digo curioso porque el recurso a la metáfora del alambrista ya la utilizó EH Bildu en su acto central de campaña en las anteriores elecciones autonómicas en Miribilla, en un acto al que denominé mitin conceptual con actuación de alambrista incluido más dinámico y original que el acontecido en el BEC. En definitiva, un mal plagio de aquel evento.

Ortuzar confunde centralidad con equilibrio, al igual que la velocidad con el tocino, pues nada tienen que ver el uno con el otro, y si hay algo que desborda mi capacidad de imaginación es verle, siquiera metafóricamente, intentando hacer equilibrios sobre el alambre. Además olvida que, el reto del alambrista es precisamente cruzar los extremos de la alambre sin caerse y no pararse o situarse en el centro del recorrido y si además tiene el desliz de dar un mal paso, lo de menos es que caiga del lado derecho o del izquierdo, pues salvo que tenga red protectora, el desenlace, puede y suele ser fatal.

Si retomo aquel importante acto del Miribilla donde brillaron con luz propia Jone, Miren y Maddalen es precisamente porque desde aquellas elecciones al PNV, al mando del señor Ortuzar y dada su pérdida de mayorías absolutas, no le ha quedado más remedio que recurrir al funambulismo político, a los tramposos juegos de trileros y a ejercicios de equilibrismo imposibles para sacar a delante su proyecto político. Todo ello en una pista de circo de feria en franca decadencia.

Buscar