Alegría, paz y contento;
serenidad, luz y ternura;
sencillez, humildad.
Confianza, compasión y bien.
Generosidad, Entrega enamorada.

Hermosura entre las hermosuras
que llevaste la corona de flores y estrellas de la Creación
que nadie, ni nada, te pudieron arrebatar.

La más bella, sencilla, humilde y pura de las mujeres, se hizo
princesa de la hermana tierra
para luego ser Reina de la Creación
madre de los Cielos con nosotros.

Con tu sonrisa alegras al mismo hermano sol, para retrasar la noche oscura, el frío y la penumbra.

Cuándo estabas con Jesús, curabas, dabas esperanza, calma, sanabas corazones…

Y ahora y siempre...

Con tu risa curas a los tristes;
con tu esperanza sanas a los desesperanzados;
con tu mirada pones orden y calma;
con tu palabra, sanas a muchos corazones;
en tu presencia el amor se desgrana
y al hablar de tu hijo
los increyentes y descreídos creen

¿Quién es esta muchacha María?
Quién la conoció lo supo.

Aldeana, campesina de un pueblucho de Galilea, hermana de Nazaret y madre de El Salvador.

Energía cósmica del Padre, del Espíritu Santo y del mismísimo hijo de Dios.

Por ser como eras
el mismo Dios Padre se enamoró de ti.
Concebida sin pecado te hizo
para hacerte de su Sagrada familia

¿Quién era esta mujer?
Al oír su nombre, el Cielo se estremece,
la tierra y toda la Creación arrodillándose vibra en su admiración…

Unir la tierra con el Cielo,
eignidad de ser hijo de María,
confianza infinita por entregarse a ella.
Madre que no falla, amor siempre antiguo y siempre nuevo, adelantado de su hijo y nuestro.

¿Qué es el amor a Santa María?
Quien lo probó lo sabe